BRASIL
Policía impide la protesta llegara al estadio Maracaná
MÁS DE 5 MIL MANIFESTANTES MARCHARON CONTRA LOS GASTOS DEL GOBIERNO
Más de 5,000 manifestantes antigubernamentales marcharon ayer domingo cerca del estadio Maracaná antes de la final de la Copa Confederaciones, expresando su descontento por los miles de millones de dólares que se gasta el gobierno brasileño en eventos deportivos en lugar de servicios públicos. Aunque menor en magnitud, la marcha fue la última de una ola de protestas que ha sacudido al país en semanas recientes. Muchos consideran que el movimiento es el mayor visto aquí en décadas, con más de un millón de personas en las calles tan sólo en la noche del 20 de junio. Las manifestaciones han disminuido en tamaño y frecuencia en los últimos días, a medida que funcionarios de todos los niveles de gobierno se han apresurado a intentar tranquilizar la indignación pública con el lamentable estado de los servicios públicos y los altos impuestos. Aun así, la atmósfera era tensa afuera del Maracaná ayer domingo. Algunos grupos de manifestantes trataron de cruzar el perímetro policial alrededor del estadio, pero fueron rechazados. Pese a que las protestas han disminuido de tamaño, la manifestante Eliane Milazzo, una maestra de secundaria de 54 años que marchaba con su hija y su yerno, dijo que el pueblo brasileño va a proseguir con ellas. “Tienen que continuar porque las razones por las que la gente está en las calles no van a desaparecer de un día para otro”, dijo. “Yo sé que voy a continuar en las calles, al igual que mi familia, hasta que veamos cambios reales en nuestras vidas diarias”. La presidenta Dilma Rousseff ha sufrido el peso del daño político. El primer sondeo nacional realizado tras el estallido de las protestas mostró una drástica caída en la popularidad de la mandataria y arroja dudas sobre lo que parecía su fácil reelección el próximo año. Rousseff decidió no asistir a la final de la Confederaciones, en la que chocaban Brasil y España. ANTECEDENTES DE LAS MANIFESTACIONESLas protestas comenzaron este mes contra un alza de 10 centavos en los precios de los autobuses públicos y el metro en Sao Paulo antes de transformarse en un movimiento nacional contra una serie de problemas, como la corrupción gubernamental, el mal estado de la educación y la salud pública. El súbito estallido de indignación popular sorprendió a la clase política del país, que se tomó varios días en reaccionar y responder a las manifestaciones, tanto con palabras como con acciones. Varios gobiernos municipales y estatales revirtieron alzas en los precios del transporte público, pero los manifestantes ya habían rebasado el asunto y se enfocaban en otros problemas.