HAITÍ

El expresidente Aristide se aleja de la política

El ex presidente Jean-Bertrand Aristide regresó en marzo del exilio y fue recibido como si fuera un actor de cine: en un avión privado entre los aplausos de sus seguidores y conjeturas sobre sus futuras actividades en el país. Desde entonces esa incertidumbre ha ido en aumento. Aristide ha desaparecido de la palestra pública, refugiado tras la elevada tapia que rodea su residencia. No ha pronunciado discurso alguno ni concedido entrevistas; tampoco ha recorrido la zona arrasada el año pasado por un fuerte sismo, por lo menos no en público. Tampoco ha sido visto en restaurantes como lo hace Jean-Claude “Baby Doc” Duvalier, el derrocado ex dictador que regresó inesperadamente a Haití a principios de año. Sus ayudantes se niegan a responder a las preguntas de los periodistas, a quienes los guardas de seguridad que protegen su residencia han impedido el acceso. “Es raro que el presidente salga de su casa y salude”, dijo el albañil Jean- Max Maxime, que trabaja en aumentar la altura de la tapia que rodea la mansión cerca del aeropuerto de Puerto Príncipe. “Siempre se queda dentro”. Esa discreción no era lo que esperaban muchos de Aristide, uno de los líderes más carismáticos en la historia de Haití. Amado y odiado El ex reverendo, que encabezó la oposición al régimen de Duvalier y fue el primer mandatario salido de las urnas, es un dirigente polémico: amado por muchos de los más pobres del país y odiado por la escasa cúpula de acaudalados, a la vez que los gobiernos extranjeros le tienen una gran desconfianza, especialmente Francia y Estados Unidos.

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