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REFUGIADOS DEL CICLÓN DAVID

Canta la Rana está en la pobreza desde 1979

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Mary Esther CampusanoSanto Domingo

SANTO DOMINGO.- El deterioro de las calles, la falta de recogida de basura, la delincuencia, casas maltrechas , y la poca oportunidad de conseguir un trabajo decente, son algunas de las necesidades a las que se enfrentan los pobladores del sector Canta La Rana, en el municipio de Los Alcarrizos. La vida de sus vecinos transcurre en casuchas de zinc y madera podrida, las cuales carecen de un lugar para realizar sus necesidades fisiológicas básicas. Esta situación la viven desde hace 28 años, cuando fueron ubicados en unos barrancones tras el paso del huracán David, supuestamente por tres meses. Entre el gran descontento de los que viven en la barriada está que se han construidos proyectos habitaciones supuestamente en beneficio de quienes habitan en estos barrancones, pero que han sido entregadas a personas particulares. Sus habitantes se quejan de las aguas negras que exponen a los niños y adultos a enfermarse, y de las carencias sanitarias, obligándolos a realizar sus necesidades en “funditas plásticas”. La mayor parte de las personas se dedican al “chiripeo”, y las mujeres a trabajar en casas de familia, por la falta de empleos que afecta al ese municipio. Vecinos coinciden en que la delincuencia en esos barrancones es fuerte, provocando el miedo entre los que ahí viven para cuidar lo poco que tienen. La comunidad no cuenta con una escuela, lo que obliga a los niños y jóvenes en edad escolar a asistir a centros educativos en el centro de Los Alcarrizos, provocando la deserción en algunos, debido a que sus padres no tienen dinero para enviarlos a estudiar. Asimismo, deben acudir al hospital de Los Alcarrizos Vinicio Calventi, por la falta de una policlínica a la que puedan asistir a cuidar su salud. Respecto al servicio eléctrico y de agua, los moradores dicen que es normal, pero que años atrás el agua tenía sanguijuelas. Tras 28 años de vivir en los barrancones de Canta La Rana, muchos de sus habitantes han nacido en el corazón de la pobreza de esta comunidad, y de esos hoy tienen hijos, constituyendo una sucesión entre generaciones que habitan en la pobreza extrema. Yilda Garcia de 26 años, nació en Canta La Rana, siendo la mayor de ocho hermanos que nacieron en estos barrancones, la joven se quejó de que los politicos en campaña siempre van a ese lugar a hacer promesas de que los reubicarán,pero cuando ganan se olvidan de ellos. Garcia que ya tiene tres hijos que al igual que ella han nacido en el lugar, teme por que ellos se crien en el mismo circulo de pobreza. Mientras que Carmen Báez, de 24 años, con tristeza dijo que se crió en la mugre, y que ahora sus hijos se crian tambien entre la mugre y la suciedad. Luis Manuel de Jesús, de 24 años, dijo que tuvo que trabajar desde niño para ayudar a su familia y que se sentía mal por vivir entre tanta pobreza y no poder hacer nada para salir de ella. En los barrancones hay dos casos especiales: Alfonso Gómez, un joven de 20 años, quien es diabético, y por falta de recursos no puede llevar el tratamiento a base de insulina, creando desesperación entre su familia cuando éste sufre sus crisis. Mientras que Juan Genaro Rosario, de 58 años, debe hacerse un transplante de córnea que cuesta 24,000 pesos y comprarse una válvula que vale 350 dólares, y que por no tener dinero perdió la visión de un ojo.

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