fábulas en alta voz 

‘Grandes Dominicanos’

Hay quienes observan tu progreso, no tu descenso. Hay quienes valoran tus logros, no tu fracaso. Y lo más interesante, hay quienes celebran tu superación y tu éxito mientras vives, inclusive, hasta más que tú.

Marta Quéliz, editora L2

Marta Quéliz, editora L2

El día que Carlos T. Martínez me llamó para decirme que había escogido mi trayectoria para incluirla en el tomo XXVIII de ‘Grandes Dominicanos’, me quedé sin palabras. Textualmente me dijo: “He seguido tu trabajo y me gusta reconocer en vida a quienes se lo merecen, que ellos mismos vean el legado que están dejando en la sociedad”. 

Al terminar esa llamada, sentimientos encontrados se apoderaron de mí. De pronto recordé el ‘boom’ que causó el primer tomo de esta saga, hace cerca de 30 años, cuando yo apenas comenzaba en los medios. Por mi mente nunca pasó ser parte de esta interesante y valiosa obra. Hoy, junto al nombre y carrera de otras 32 personas, está el mío y, sin lugar a duda, me siento como si estuviera viviendo en una ciudad fabulosa.

Un domingo bendecido

No sólo la lluvia del domingo 29 de junio derramó bendiciones sobre el Salón Aida Bonnelly de Díaz, del Teatro Nacional Eduardo Brito. También los aplausos de los presentes, las palabras sin desperdicio que allí se pronunciaron, la alegría compartida entre un grupo honrado junto a familiares e invitados que acudieron al emotivo acto. 

Un anfitrión sincero y emocionado se dejaba sentir en el lugar sin ninguna predilección por algunos de los 33 escogidos para conformar su tomo número 28 de ‘Grandes Dominicanos’. No hubo una trayectoria mejor que otra. Todas, en igualdad de condiciones fueron resaltadas por el querido comunicador. Las artes, la cultura, el periodismo, la medicina, la política, el deporte... estuvieron de pláceme ese día.

Un viaje más que fabuloso

Esta distinción no sólo honra a quienes forman parte del libro, sino al mismo autor, Carlos T. Martínez, pues no es usual entre los seres humanos reconocer lo positivo de los demás. Su accionar me transporta a una ciudad fabulosa donde sí vale la pena trabajar de forma honesta, con entrega y dedicación, porque hay quienes ven tu esfuerzo, no tus tropiezos. 

Hay quienes observan tu progreso, no tu descenso. Hay quienes valoran tus logros, no tu fracaso. Y lo más interesante, hay quienes celebran tu superación y tu éxito mientras vives, inclusive, hasta más que tú. Precisamente, eso es lo que hace ‘El Deferente’ con su tradicional obra, la que ya recoge la trayectoria de cientos de dominicanos, sin darse cuenta que, mientras lo hace, quien se engrandece es él.

De vuelta a la realidad

Regresar a la realidad después de haber vivido un momento de ensueño, no fue traumático como en otras ocasiones. El motivo es obvio: lo que hace Carlos T. Martínez por sus paisanos, reconocerlos en vida, deja claro que sí existen personas en nuestro país, con sobrados dotes de humildad y que se alegran por la superación de los demás. 

Por algo se le conoce como ‘El Deferente’ a este querido y respetado autor. Con esta obra, él hace honor a la definición de su mote: reconoce los méritos de los demás, sin detenerse a ver los suyos. ¡Gracias, a este gran dominicano!