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La energía de las estaciones: un nuevo comienzo
Estos cambios estacionales son momentos de reflexión y renovación. Nos recuerdan que, al igual que la Tierra, nosotros también podemos cambiar, dejar atrás lo viejo y abrirnos a nuevas posibilidades

En el hemisferio norte, el 21 sucedió el solsticio de verano, el día más largo del año. A partir de este momento, los días comienzan a acortarse hasta llegar al equinoccio de otoño.
Por el contrario, en el hemisferio sur, el solsticio de invierno marca el día más corto del año y da inicio al aumento gradual de la luz hasta el equinoccio de primavera en septiembre.
Cada vez que una nueva estación comienza, la energía del mundo parece transformarse invitándonos a ver la vida desde una nueva perspectiva. Este fenómeno no solo afecta a la naturaleza, sino también a nosotros, los seres humanos, especialmente los que nos disponemos a vivir en armonía con las energías que nos circundan.
Estos cambios estacionales son momentos de reflexión y renovación. Nos recuerdan que, al igual que la Tierra, nosotros también podemos cambiar, dejar atrás lo viejo y abrirnos a nuevas posibilidades.
Las mayorías de las tradiciones y rituales que realizan distintas religiones coinciden con las fiestas antiguas cuyas raíces se pierden en la noche de los tiempos, pero se evidencia que los antiguos utilizaban el lenguaje de los cielos. Observaban además de los astros.
Las estaciones son consideradas portales, utilizados en distintas culturas y tradiciones, por el ejemplo, en la celebración de San Juan, con sus rituales particulares, se encienden hogueras simbolizando purificación y la renovación.
En algunas regiones acostumbran a recolectar hierbas medicinales y flores, se cree que adquieren virtudes especiales bajo la luz de la luna de esa noche, también es tradición utilizar oráculos.
Este solsticio sucede cuando el sol alcanza los cero grados del signo de Cáncer, un signo cardinal signo del elemento agua, regido por la luna y caracterizado por su alta sensibilidad y necesidad de proteger y cuidar. Se relaciona con la familia, la intuición y capacidad de nutrir a los demás.
Se vincula con la nuestra voz interior y el cuido de nosotros mismos y de aquellos que amamos. Es un momento ideal para crear un espacio seguro y acogedor, tanto física como emocionalmente, y para nutrir nuestras relaciones más cercanas.
En efecto, la llegada de una nueva estación es una oportunidad para reflexionar sobre nuestras vidas y buscar formas de mejorarnos. En esta ocasión, en que el mundo está tan convulsionado y lleno de incertidumbres, más que siempre debemos de apelar al equilibrio que debemos alcanzar dentro de nosotros y promover la paz que se puede alcanzar a través de la práctica de la gratitud y la misericordia. Apreciar los pequeños dones de la vida y agradecer por lo que somos y tenemos nos ayuda a tener una mejor visión de nuestras circunstancias.
Este es un buen momento para replantear nuestros objetivos y establecer nuevas intenciones para el futuro. Pasar tiempo al aire libre, ya sea caminando por zonas verdes o simplemente disfrutando del sol, nos ayuda a recargar energías y encontrar paz interior. La meditación, la oración. Ante las eventualidades que atravesamos ahora, propongo realizar esta poderosa oración:
Gran Invocación:
“Desde el punto de luz en la mente de Dios, que afluya luz a las mentes de los hombres; que la Luz descienda a la Tierra.
Desde el punto de amor en el Corazón de Dios, que afluya amor a los corazones de los hombres; que Cristo retorne a la Tierra. Desde el centro, donde la voluntad de Dios es conocida. Que el propósito guíe a las pequeñas voluntades de los hombres-El propósito que los maestros conocen y sirven.
Desde el centro que llamamos la raza de los hombres, que se realice el plan de amor y de luz y selle la puerta donde se halla el mal. Que la luz, el amor y el poder restablezcan el plan en la Tierra.”
