fábulas en alta voz 

Mi orgullo por Dalia y su corazón solidario

Marta Quéliz, editora L2

Marta Quéliz, editora L2

Ahora es que puedo escribir sobre el gesto de amor más bello que puede tener un ser humano en momentos difíciles: acciones solidarias y empáticas. Se me hizo difícil hacerlo antes porque una de las personas que primero tuvo la iniciativa de ofrecer ayuda psicológica a afectados con la tragedia del Jet Set, fue mi hija Dalia. 

Verla entregada a cooperar con la salud mental de los involucrados y de otros que, por tratarse de un duelo colectivo, han necesitado de este tipo de respaldo, me llenó de orgullo. No perdió tiempo. 

Desde que se expandió la noticia del desplome del techo de la discoteca que, conforme pasaban los minutos, dejaba más víctimas, ella entendió que había que estar al servicio de los necesitados de apoyo emocional.

Plan de acción

Como madre, mi corazón latió a todo dar cuando vi su publicación anunciando que, de forma gratuita, junto a su equipo de profesionales, daría asistencia a quienes lo necesitaran. 

Su convocatoria tuvo una gran acogida y, gracias a Dios, pudo lograr el cometido de solidarizarse con un gran grupo de personas que, ante este duelo colectivo, necesitaba al menos desahogarse para sentirse un poco mejor.

 Leer los comentarios de la gente reconociendo su entrega aumentó mi gratitud con el Todopoderoso por regalarme una hija con un corazón de oro. Soy doblemente bendecida porque igual sentimiento tiene mi hijo Manuel Enrique.

Un viaje altruista

Con esta emoción, se me ocurrió llevar a Dalia y a su equipo a una ciudad fabulosa, donde, aunque sí se sufre por tragedias como la ocurrida en el Jet Set, es posible lograr la paz, la armonía y el bienestar emocional porque ante semejante situación, todos se unen a realizar un viaje altruista que conduzca a la sanación plena. 

Sí, esa que se logra cuando el necesitado tiene disposición de dejarse ayudar, y los que pueden cooperar echan andar acciones solidarias para favorecer a quienes atraviesan por una situación difícil. Allí las cosas resultan más ligeras porque hay un régimen de consecuencias que calma la impotencia que se siente cuando se tienen tantas preguntas sin respuestas.

Cruda realidad

Con este tipo de acciones solidarias, muchos son los que encuentran las repuestas que buscan. Lo primero es que la justicia actúa de la misma forma para los famosos, para quienes tienen apellidos de abolengo y para los que no. 

Eso, de algún modo, repercute para bien del estado de salud mental y emocional de los afectados con la ocurrencia de una tragedia. Tan distinto a la realidad en la que vivimos, donde de seguro, Dalia, sus acompañantes y los muchos otros profesionales que pusieron sus servicios a disposición de los necesitados de esta ayuda, tuvieron que escuchar no sólo el lamento por la pérdida y el duelo colectivo, sino también su clamor por la desesperanza que se suele tener en una sociedad donde la gente vale por lo que es y lo que tiene, y donde el régimen de consecuencia es nulo. 

Pero bien, en lo que estas cosas cambian para mejor, yo reitero lo que, en medio de tanto dolor, me ha alegrado el alma: el corazón solidario de Dalia. Dios te bendiga siempre.

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