Hacia una nueva consciencia
Cada uno reacciona de acuerdo con su propio estado de consciencia, defiende su verdad. Hasta que no podamos armonizar nuestro interno y coexistir con los demás en un marco de tolerancia y amigabilidad con nosotros mismos y con el resto, no podremos ver que este mundo prime la equidad y el bien común
Diciembre 2024 llega cargado de esperanza y también de imprecisiones, algunas situaciones fastidian a gran parte de la humanidad con los nervios de puntas con rivalidades y discordias entre algunas naciones, no reconocen que todos somos afectados.
No obstante, estamos penetrando más en esa nueva época que se espera el logro de una Era de Oro. La reciente entrada de Plutón al signo del Aguador, representado por Ganímedes con su ánfora derramando sabiduría, traza un periodo de veinte años que transformaría las estructuras existentes, revelaría secretos y misterios,
Además, impulsa ansias de investigar en todas las áreas del saber, develando fábulas, imposiciones, disipando miedos y manipulaciones.
Cada uno reacciona de acuerdo con su propio estado de consciencia, defiende su verdad. Hasta que no podamos armonizar nuestro interno y coexistir con los demás en un marco de tolerancia y amigabilidad con nosotros mismos y con el resto, no podremos ver que este mundo prime la equidad y el bien común.
Observamos que la polaridad es parte de las leyes naturales, existe todo. Nosotros elegimos desde dónde deseamos vivir y en qué energía vibrar. Si nos damos cuenta de que cuando amamos o agredimos a otros lo hacemos a nosotros mismos, podemos comenzar nuestro proceso de transformación personal, y por consiguiente, el mundo.
Es fundamental hacer una profilaxis de nuestra mente y procurar fomentar la empatía si deseamos dejar nuestro entorno mejor que como lo encontramos. Apoyar a otros no significa que nos entreguemos a morir. El balance es esencial: “Amar al prójimo como a ti mismo”, es un mandamiento sabio y suficientemente claro, no es “más que a ti mismo”. Es ganar – ganar.
No se trata ser indiferentes ante los infortunados alegando que no podemos interferir en el proceso de evolución, karma o castigo de los demás. Nosotros decidimos si ser parte del problema o de la solución. Sería lo mismo que un médico resolviera no sanar al enfermo por no entorpecer con los designios de Dios. Cada acción conlleva su reacción. Cuando tocan a tu puerta, abres o no abres, ambas posiciones dejan sus efectos.
Este último mes, caracterizado por ilusiones, alegría y risas o exageraciones, deseos y sueños, propios del signo del Arquero, nos invita a prepararnos espiritualmente para un nuevo nacimiento que llega con el solsticio de invierno, tiempo cercano al establecido para celebrar el nacimiento del niño Jesús.
Sugiero por el momento los rituales de la corona de adviento. Cada domingo hasta la noche buena, encender un cirio, con sus correspondientes oraciones y colores nos recuerda el carácter espiritual de estos tiempos ayudando que nazca el niño Dios en forma de una nueva consciencia.
Recuerdo una declaración que conocí a través de la Gran Fraternidad Universal: en un Acto de Fe: “Creemos que Dios es Amor, Verdad, Poder y Luz. Que una Justicia Perfecta gobierna al Mundo. Que todos Sus Hijos algún día alcanzarán Sus pies por alejados que anduviesen. Reconocemos la Paternidad de Dios y la Fraternidad del Hombre. Sabemos que servimos mejor a Dios mientras más y mejor sirvamos a nuestro hermano al Hombre. Así Su Bendición descanse sobre nosotros, paz por siempre, Amén”.