FOLCLOREANDO

¿En sus hogares hirvieron la ropa?

Xiomarita Pérez

Xiomarita Pérez

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Xiomarita PérezSanto Domingo, RD

Recuerdo que era muy común en los campos y pueblos hervir la ropa, en tres piedras del fogón, principalmente los calzoncillos o pantaloncillos, las camisetas y camisillas, las toallas y sábanas blancas.

Algunas personas le echaban jabón de cuaba guayado, también “Ace”, una marca de detergente muy popular en los años 60 y 70 que se pegó tanto que todavía a todas las marcas de detergentes les dicen así. El envase siempre era una lata grande de aceite, que la usaban en los colmados para vender al detalle, y cuando se terminaba dicho aceite se lavaba bien y se utilizaba, además, para hacer las habichuelas con dulce, para cargar agua haciéndole una agarradera de alambre revestido de un pedazo de manguera y para transportar la ropa que se iba a llevar al río y se utilizaba un babonuco en la cabeza para hacer equilibrio.

En ese recipiente también se hervían las toallitas que usaban las mujeres cuando estaban menstruando, en vista de que las toallas sanitarias desechables, marca Camelia y Kotex, no estaban al alcance de los bolsillos de los pobres y no las detallaban como lo hacen en la actualidad. Pues las toallitas se hervían con “Ace”, marca de un detergente y cloro, dependiendo del gusto de la familia, y quedaban relucientes. Otros hervían con Rayito. Ese palo para “menear” la ropa era clave, porque desde lejos se podía mover. Siempre se usaba el azul de bolita para luego del enjuague, con el objetivo de quitarle el color amarillo que deja el jabón de cuaba.

Ya las costumbres y tradiciones se han transformado. Ya todo es desechable, la lata de aceite no se utiliza tanto, porque la sustituyó al galón plástico; también la ropa “interior” se vende más barata, muchas de mala calidad y vienen de colores vivos, estampadas, que no se le ve la “curtiembre”, como le decíamos cuando el sucio estaba impregnado en el tejido.

Esa ropa interior blanca significaba que las familias eran pulcras y se cuidaban de no salir a las calles con ropa “curtía”, porque si la persona se ponía mala en la calle y tenía una ropa interior sucia, era una vergüenza para la familia, igual cuando iban al médico, que se buscaba las mejores piyamas, por un “por si acaso”.

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