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FOLCLOREANDO

Salsipuedes

Xiomarita Pérez

Xiomarita Pérez

Cuando salgo de mi casa a la parte alta de la ciudad, a las provincias o a otro país me fascina visitar los mercados. Por ejemplo, en mi país ir a los mercados y conectar con los vendedores y compradores, gente llena de sabiduría popular, esa que semanalmente visita estos lugares porque cree en lo importante que son las plantas curativas (medicina folklórica) para el cuerpo, que poseen el poder de sanación elaborando un menjurje que solo ellos saben preparar.

Compro víveres y vegetales, más barato que en el área metropolitana, y me impregno de estos seres humanos que me hacen sentir que estoy más viva, y ellos también me hacen sentir que mi presencia los energiza, en pocas palabras hay un intercambio de vibras que me reinicia.

He visitado tres veces “Salsipuedes”, una callejuela con quioscos en el medio, enclavada en el casco histórico. Esa que, antes de la pandemia no se podía caminar, ahora tiene un descanso, pero sigue llamándose por su nombre, porque los mismos paisanos van en busca de sus necesidades. A finales del siglo XIX, fue la avenida que dividía la gran burguesía inmobiliaria del arrabal.

La primera vez que la visité fue con Carlos Mendoza (Charlie), un compañero del Técnico Superior de Folklore de la Escuela Nacional de Folklore. Compramos desde chácaras (bolsos diminutos o carteras) hasta libros, sin dejar el “raspao”, frío frío o yunyún.

En los paseos con mi vecina Rosella Stagnaro de Flores me “estaciono” en el establecimiento de Don Chicho en donde disfruto de las parumas, telas con vistosos colores que utilizan las mujeres indígenas Emberá y Wounaán y hasta los diseñadores y turistas las han comprado para confeccionar vestuarios.

La mola, las chaquiras, el pañuelo que forman parte de la indumentaria guna, los Ngäbe-Buglé y las telas y accesorios de las polleras, de lujo y de faena, también se encuentran en los establecimientos que bordean esta diminuta calle. Sin contar las totumas (morros de higüeros), las hamacas, libros de folklore y textos escolares.

En pocas palabras, Salsipuedes es un lugar donde tendré que ir de pasadía, porque se me hace difícil salir y no es por el gentío, es porque disfruto, vivo su gente y su artesanía utilitaria.

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