FÁBULAS EN ALTA VOZ
“Ya el arroz con leche no se quiere casar”
Recuerdo cómo en mi niñez, y de seguro en la de muchos de ustedes, el ‘arroz con leche’ se quería casar, con una viudita de la capital… Ahora observo, reflexiono y me pregunto: ¿Qué será lo que le está pasando al mundo que hasta a los cantos tradiciones les han cambiado las letras adaptándolas a la inversión de valores que domina la humanidad? Esta interrogante surge luego de escuchar a un niño cantar de forma diferente este viejo tema que sé, despierta añoranzas en muchos de nosotros.
Nueva versión La “ocurrencia” del adolescente de 12 años, está motivada por la versión que, según dijo cuando le pregunté, escuchó en una jornada infantil a la que asistió junto a otros compañeritos. “Así fue que la cantaron en una actividad que fuimos mis amigos y yo. La señora la cantaba así: ‘Arroz con leche no se quiere casar, y se lo hace es con alguien que no se deje manipular’, no sé, era algo así”, me contó riéndose, luego que su madre le pidió que me cantara un peadcito. Esto al parecer la escandalizó y me pidió que escribiera algo al respecto porque la agenda se está yendo muy lejos.
¿Qué daño puede hacer este canto? “Esta bien que las cosas han cambiado, pero de por Dios, no podemos ver el factor inclusión hasta en un canto infantil. Cuántas generaciones no se han criado escuchando estos cantos, ¿y qué daño le han hecho éstos a su moral y a su desarrollo? Ninguno. Los padres tenemos que involucrarnos más y comprometernos a enseñarles valores a nuestros hijos, no corrientes particulares de lo que creemos es lo correcto”. Así me comentó alarmada la mamá del jovencito que, como muchos otros siguen las pautas que les presenta la modernidad.
¡Que siga la tradición! Para que disminuyera su enojo y, también el mío, la invité a visitar una ciudad fabulosa donde sigue intacta la letra de este tema que dice: ‘Arroz con leche se quiere casar, con una viudita de la capital, que sepa tejer, que sepa bordar, que ponga la aguja en su mismo lugar… Contigo sí, contigo no, contigo mi vida me casaré yo…’. Sin importar la época, el modernismo y mucho menos, las corrientes particulares, allí todos atesoran esos recuerdos de los abuelos, los juegos en el patio de la escuela y las rondas con que unidos de las manos se movían los amigos al son de temas como estos. Allí son incapaces de trastocar estas vivencias y de revolver esas hermosas experiencias de los padres y las madres que han replicado en la crianza de sus hijos, no sólo la dulzura del ‘Arroz con leche se quiere casar’, sino también la calidez del ‘juego de la vaca’, ‘el capitán nunca falta…’, y muchos otros temas que mantienen viva nuestra historia. Ojalá las discrepancias de ideas no se interpongan en “las bodas del arroz con leche”, porque de verdad que muchos de nosotros trabajamos duro para que éste encuentre a su viudita.