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HISTORIAS DE LA VIDA

Gabriel Emilio, el bebé que nació de dos libras y ya lleva nueve transfusiones

Han recibido ayuda, pero todavía falta mucho dinero para continuar con los tratamientos y salvarle la vida.

Han recibido ayuda, pero todavía falta mucho dinero para continuar con los tratamientos y salvarle la vida.

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Marta QuélizSanto Domingo, RD

Es doloroso aceptar que los bebés también pueden tener una historia triste. Se supone que de los niños y las niñas solo se deben contar cosas lindas y alegres. Pero no es así. Gabriel Emilio, quien apenas tiene tres meses de haber venido al mundo, nació de dos libras. Su madre, Lissett Almonte, solo tenía 28 semanas de embarazo cuando se le presentó el parto. La membrana se rompió y hubo que proceder.

Es imposible no llorar con el relato sobre la vida del pequeño. A su corta edad ya lleva dos cirugías, nueve transfusiones y ha estado por siete días con ventilación de alta frecuencia. Todo esto para poder ayudarlo a vencer tres bacterias, el síndrome de distrés (trastorno respiratorio de los recién nacidos), displasia broncopulmonar, septicemia, entre otros diagnósticos reservados que ha tenido que enfrentar desde que nació. Aunque su cuerpito frágil ya no aguanta una prueba más, hay otros tratamientos que esperan por él.

“Ya le dieron el alta el lunes, gracias a Dios, pero aún tenemos muchas citas de seguimiento para ver cómo van sus ojitos, oídos y la parte neurológica, pues debemos ver su desarrollo y las secuelas dejadas por todo lo que pasó”. Esto lo cuenta una madre que decidió, más que acongojarse, dedicarse en cuerpo y alma a cuidar a su bebé.

Lo que está al alcance de sus padres, Lissett Almonte y Julio Álvarez, está asegurado (amor, atenciones y dar hasta su vida por salvar la suya). Las dificultades alternas a los problemas de salud de Gabriel Emilio son lo que los inquieta. Son una pareja que trabaja para sobrevivir, no para cubrir la suma de 85 mil pesos que cuesta cada una de las vacunas de palivizumab que debe recibir. Son cinco las dosis indicadas.

Ella labora en el área de Mercadeo y redes sociales de una empresa privada, y su esposo es vendedor. Sus ingresos se han quedado cortos para cubrir todo lo consumido por el bebé durante sus 83 días de internamiento, por si fuera poco, asegurarle a su hijo recibir el cuidado que sigue después de todo esto.

“Hemos recibido ayuda de varios lugares, algunas se han concretado, otras no, pero estamos confiados en que, con Dios delate, nuestro hijo estará bien”. Al ofrecer estos detalles, la madre no deja de mencionar el apoyo brindado por el Despacho de la Primera Dama, y de Leidsa, al que se sumó el Voluntariado Banreservas. También hicieron un ‘gofundme’.

Bebé arcoíris

Gabriel Emilio es el tesoro más preciado para Lissett y Julio. Es su primer hijo. Antes de que él llegara a traerles alegría, aunque entre muchas lágrimas, habían sufrido en carne propia la pérdida de su primer embarazo, que solo duró 12 semanas.

Fue a principio de este año que el Señor los bendigo con un “bebé arcoíris” (niños que llegan luego de un pérdida). Desde entonces, la felicidad empezó a reinar en el hogar de la pareja. Claro, nunca imaginaron que les iba a tocar lidiar con la alegría de tener a su bebé y el dolor de verlo atravesar por tantos procedimientos a tan corta edad y con un cuerpecito tan diminuto.

“Cuando nos enteramos de que íbamos a tener otro bebé, no cabíamos de la alegría, y estamos felices de tenerlo en brazos, pero esta experiencia ha sido muy dolorosa. Es triste verlo tan pequeñito y pasando por tantas pruebas”. Llorar es casi obligatorio. Imagínese, si eso es usted leyéndolo, cómo deben sentirse ellos viviéndolo.

“Todo iba bien con mi embarazo. Ni malestares me dieron, pero al cumplir las 28 semanas se rompió la membrana y tuvieron que hacerme el parto. El niño nació de dos libras y 10 onzas, demasiado pequeño y luego se le presentaron muchas complicaciones. No nos aseguraban su vida”. Hace una pausa para no llorar.

Prosigue Lissett Almonte su relato y es ahí cuando con voz de dolor dice: “En esos 83 días que estuvo interno, mi esposo y yo llegábamos a la clínica en la mañana y salíamos en la noche, sin comer, sin descansar, solo haciendo gestiones. Nos íbamos sin saber si cuando regresáramos al día siguiente nuestro bebé iba a estar vivo”. Eso dolió demasiado.

Ella sacaba fuerzas de donde no tenía porque con todo y el reposo que debía guardar por su posmaternidad, una causa mayor la movía a ir todos los días a ver a su amado Gabriel Emilio.

“Teníamos que esperar cinco días para ver si se salvaba y era un calvario escuchar esos teléfonos sonar para decirnos: ‘lo vamos a transfundir’, ‘hay que operarlo’, ‘lo vamos a entrar en el ventilador’… No era nada fácil”. Eso lo comenta ya más aliviada, pues gracias a todo eso hoy tiene a su bebé con ella.

Había días que no bien lo sacaban del ventilador de alto nivel, cuando al poco tiempo tenían que volverlo a entrar porque no eran fáciles las crisis que hacía el bebé por la cantidad de afecciones que atacaban su pequeño cuerpo.

Deseos de ser padres

Con todo y la experiencia que les ha tocado vivir, Lissett y Julio están muy agradecidos de Dios por haberles dado la oportunidad de ser padres. “Siempre lo deseamos, a mi esposo le encantan los niños, igual a mí. De hecho, yo trabajaba en un preescolar e impartía idiomas a niños, también, y me moría por ser madre”. En este momento muestra su gratitud ante el Creador y añade: “Sabemos que nuestro bebé va a seguir bien, pues si el Señor nos lo dejó, por algo será”.

Ella no pierde la oportunidad de admitir cómo en un abrir y cerrar de ojos le puede cambiar la vida a cualquier persona. “Lo que nos ha pasado con Gabriel es un antes y un después. No es fácil lograr tener un hijo tan anhelado y que te digan que debes esperar cinco días para ver si se salva o no”. Afortunadamente, el niño está a salvo, pero debe continuar los tratamientos, y sus padres seguir buscando la forma de juntar los 308 mil pesos que les hacen falta para completar el proceso de salud del pequeño.

Apoyo familiar

Toda la familia, los amigos y compañeros de trabajo se unieron a Lissett y a Julio para darles su apoyo moral y económico. “Porque fueron días retadores, días difíciles que solo con el amor de Dios y de los nuestros podíamos superar”. Al cerrar esta cita, resalta: “Algo importante en todo esto ha sido que nos hemos unido más como pareja, porque solo así hemos podido salir adelante”, concluye la madre confiada en que su bebé continuará mejorando.

¿Cómo ayudar? Números de cuenta

Lissett Almonte

2470259178

Ahorro Banreservas

Cédula: 001-1850796-1

Julio Álvarez

24867640016

Ahorro BHD

Cédula: 001-1933847-3

Ahora que el bebé está en la casa, sus padres se trasnochan todos los días, pero lo hacen con amor.

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