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PSICOLOGÍA

Duelo: Cuando perdemos un buen amigo

Las pérdidas nos producen dolor y de este, un solo paso nos lleva al sufrimiento. Perder un amigo (a), arrebatado por la muerte, nos hace transitar por un valle de sombras, nos hace recorrer el camino del duelo, moviéndonos en la montaña rusa de las emociones.

Si vives la pérdida de un amigo es normal experimentar una profunda tristeza, sentir la soledad y el desamparo por la partida del camarada, del cómplice, del confidente. Quizás hasta asome la culpa, porque le sabías sufriendo y no fuiste en su auxilio; probable el día anterior conversaban, reían y veían como hacer realidad sueños que se construyeron junto. Hoy estamos solos; el/ella se ha ido, yo le he sobrevivido.

Si bien algunos nos entienden, es probable que no falte quien no comprenda el duelo por la muerte de un amigo y hasta desautorice su expresión, diciéndonos “era solo un amigo”, lo cierto es que la amistad que se soporta sobre el sentido de la virtud, de la acción más perfecta del alma, como la definió el filósofo Aristóteles, va más allá del vínculo consanguíneo, trasciende lo familiar y su pérdida se coloca en un espacio de dolor del que solo puede hablar quien vive la experiencia cuando un amigo se va.

El valor de la amistad es tan grande que nos hace ser fieles a aquellos con los que compartimos en vida. Hoy día hemos eliminado el querer cortar los lazos, hemos aceptado que la conexión con nuestros amigos y familiares fallecidos se mantiene, como escribió Robert Anderson: “La muerte termina con una vida, pero no con la relación, la cual lucha en la mente del sobreviviente, hacia una resolución que nunca encuentra”.

Fragilidad de la vida

Con el amigo fallecido entramos en contacto con nuestra propia partida de este mundo. La muerte nos revela la fragilidad de la vida. No hay respuestas a las preguntas, solo uno es el aliado, el tiempo, que no borra, más cambia la forma como me he de relacionar con mi amigo. Puede que diga que su muerte fue a destiempo, solo que quien determina el tiempo de nuestra salida de este mundo no somos nosotros. Es una puerta que todos abriremos, no sabemos cuándo y cuando eso ocurra otros vivirán el duelo por nuestra partida.

Cada duelo sigue una ruta particular, en un momento te domina la ira por no tener ‘superpoderes’ para cambiar lo sucedido, la tristeza de saber que no volveremos a vernos, el miedo por tener que aprender a vivir sin la persona querida y así vamos caminando por ese espacio que nos ha de llevar a instalar la aceptación, mi ser querido se colocó a un pensamiento de distancia.

Para vivir el duelo por la pérdida de un amigo es importante que reconozcas lo que estas sintiendo, ponerle nombre a tus emociones es de gran utilidad. Yo estoy triste, mi amigo se ha ido. Yo estoy furiosa, rabiosa. Te ayuda hablar de lo sucedido.

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La autora es Jocelyn Quezada, psicóloga clínica de Psicológicamente

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