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Segovia, españa

Museo evocador: la casa de Antonio Machado

Dormitorio de Antonio Machado, en Segovia. © Alexis Ramos B.

Dormitorio de Antonio Machado, en Segovia. © Alexis Ramos B.

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Carmenchu BrusíloffSanto Domingo

‘Vamos a visitar la casa-museo de Antonio Machado’, digo a Alexis y a Pamela al trazar una ruta por varios puntos de Segovia. Desde la Plaza Mayor tomamos la calle Marqués del Arco hasta la calle de los Desamparados. En el número 5 funcionó la pensión donde vivió el poeta desde 1919 hasta 1932.

En el pequeño patio delantero se levanta un busto del creador de los versos que se convirtieron en famosa canción: ‘Caminante, no hay camino. Se hace camino al andar…’ Pasamos al zaguán donde venden el boleto de entrada, libros y artículos diversos. Da acceso a un pequeño patio interior y a las escaleras por las que subimos mi hijo, mi nieta y yo. En el ínterin escuchamos que subirla resultaba harto cansón para Machado pues ‘tenía los pies planos’. En lo alto, estamos en ‘la entrada de la casa’. Saltan a la vista el recibidor, un largo pasillo con más escalones, la puerta del aseo, un perchero de pared, un antiguo baúl y numerosas fotos de la propietaria de esta casa a la cual llegó el poeta el 26 de noviembre de 1919. Había encargado a su amigo José Tudele conseguirle ‘una pensión de 5 pesetas con habitación independiente, aunque modesta’. (El sueldo de profesor de francés no le permitía pagar una habitación de hotel).

Miramos con detenimiento la cocina y despensa y caminamos por el corredor junto a puertas de habitaciones cerradas al público. Fotos, pinturas, litografías y otros objetos relacionados con el poeta se muestran en diversos espacios, como en el comedor, donde a la hora de comer Machado compartía con el resto de los huéspedes y ‘nunca se levantó el primero de la mesa’. Entre las piezas que lo adornan resaltan un aguamanil estilo chinesco, un reloj de pared y un espejo ovalado, amén de un par de óleos. Al continuar nuestro recorrido por las áreas comunes de esta antigua pensión, que fue morada del poeta, nos vamos impregnando de su presencia a través de los tantos detalles que proyectan su historia hasta conducirnos a la última habitación, la de Machado. A su entrada, un grueso cordón detiene al visitante, aunque permitiendo ver cada objeto de este aposento que rezuma poesía y nostalgia: la cama antigua, una vieja maleta, la camilla, la estufa de petróleo, la bacinilla… (Mi hijo, Alexis Ramos Brusíloff, toma las fotos para este artículo en Listín Diario).

Habitación

‘En esta celda de viajero, desde la que se oiría en tiempos el Eresma, Machado escribió poemas de amor. También escribió muchas cartas, reseñas críticas, e inició el ciclo de los apócrifos, heterónimos o complementarios’ (Juancho del Barrio, en ‘Casa–museo de Antonio Machado en Segovia’).

Despensa en la Casa-museo.  Alexis Ramos B.

La cocina.  Alexis Ramos B.

Comedor en Casa-museo.  Alexis Ramos B.

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