La Vida

SENDEROS

Benditos los que comparten mis limitaciones conmigo

Ana Mirtha VargasSanto Domingo

Cuando se hace referencia a dones y habilidades, la relación transcurre fenomenal, los aplausos genuinos siempre son música para nuestros oídos, las caricias no solo son requeridas, la valoración y el reconocimiento conforman las necesidades normales básicas del ser humano, bien referidas en la pirámide de Maslow.

Los demás fungen como espejos de nosotros; si son pareja, familiares o muy allegados, ese lente se magnifica. A veces se arriesga la armonía de la relación cuando echamos luz sobre las flaquezas que miramos, esas que corrigen y aumentan adversos para dañarnos y que nuestro ser nos esconde y que, lejos de ayudar, nos limita, la situación se torna malhadada cuando no aceptamos que se nos advierta alguna fragilidad.

A veces el ego nos juega una mala pasada, si somos susceptibles nos obnubila, y lejos de escuchar lo que nos dice con humildad y gratitud para superarnos, reaccionamos perpetrando y ofendiendo al otro en respuesta, con frecuencia el “¿y tú…?” no se hace esperar.

Las relaciones de amor requieren alimento permanente, no es amigo quien solo sonríe y alaba para mantener la estimación. Se precisa tacto y prudencia al comunicarnos, además de procurar transformar en nosotros lo que vemos en los demás.

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