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“Cuaresma, tiempo de conversión”

Maruchi R. de Elmúdesi

Maruchi R. de Elmúdesi

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Maruchi R. de ElmúdesiSanto Domingo

Con el pasado Miércoles de Ceniza dimos comienzo al Tiempo Fuerte de Cuaresma. Se supone que se debe haber terminado el Carnaval, al menos para los que practicamos nuestra fe, ya que el Carnaval, es el tiempo que se utiliza para “desahogarse de los deseos de la carne antes de entrar en el período de abstinencia, ayuno y penitencia” (Carnestolendas)

Sin embargo, se insiste en celebrar el Carnaval en tiempo de Cuaresma, aunque algunas ciudades ya lo han celebrado y han escuchado las sugerencias de nuestra Iglesia, de que se respeten las tradiciones cristianas católicas de nuestro pueblo. A esos pueblos, ¡Felicitaciones!

Parece ser que a alguien se le ocurrió la gran idea de que celebráramos nuestras Fiestas Patrias con un Carnaval, sin tener en cuenta que casi siempre cae en tiempo de Cuaresma. Esperamos que en un futuro no lejano haya ya un cambio de mentalidad.

El Salmo 26 de hoy nos dice: “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿A quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?”.

La Cuaresma es el Tiempo de Preparación al Misterio Pascual: 40 días para aprender a dominar nuestras pasiones y templar nuestro espíritu: “Recordar que se ha dicho, que la carne es débil” (Mt 26, 41), y sin oración, ayuno, sacrificios, es muy difícil controlar el mal que rodea continuamente a su presa.

Cuaresma, en un tiempo fuerte en que el Señor desea que nos vayamos puliendo hasta convertirnos, de un carbón simple, en un brillante impresionante.

Cuaresma, tiempo de Conversión, de cambio, de reconciliación con Dios Padre, para apartarnos del mal.

Cuaresma, tiempo de retiro colectivo de cuarenta días, como Jesús lo tuvo en el desierto, para ayudarnos a celebrar las festividades pascuales con la pureza de corazón y una perfecta práctica de vida cristiana.

Los cristianos de hoy debemos de tener claro que somos los responsables de que las nuevas generaciones sean escépticas.

¿Cómo hemos resistido nosotros las tentaciones que se nos han presentado continuamente? ¿Hemos sucumbido a éstos? O, ¿hemos permanecido libres en el Señor?

Debemos tener en cuenta, que las tentaciones vienen disfrazadas de luces, de promesa, de poder de exaltación del ego. Las glorias, las vanidades de este mundo, las insinuaciones provenientes de muchos, el autoritarismo, el afán de lucro, de poder, de control… todo esto y mucho más, son las tentaciones, las provocaciones que inducen a la humanidad a vivir marginando a Dios de nuestras vidas, de la sociedad, del mundo. En última instancia, es el deseo del ser humano del endiosamiento, de rebatirle a Dios, el ser criatura suya.

Vamos a aprovechar este tiempo de Cuaresma, para escuchar la llamada de Jesús a un cambio, a una renovación interior personal, comunitaria, en la oración y en la vuelta a los sacramentos, pero también una manifestación de caridad a través de sacrificios personales y colectivo de tiempo, dinero y bienes de todo género para remediar tantas necesidades y miserias de nuestros hermanos necesitados.

¡Señor, danos fuerzas para crecer en el amor y en la generosidad, así como la gracia de poder resistir las tentaciones, del mundo, del mal y de la carne! ¡Amén!

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