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ÁNIMO EN DOS MINUTOS

Aumento lo que resalto

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Luis García DubusSanto Domingo, RD

“Tan pronto abrí la puerta de mi casa aquella noche y vi a mi hijo de 14 años sentado en la sala, me di cuenta de algo muy chocante y desagradable: ¡estaba endrogado!”.

“No sabía qué hacer. Fingí no haberlo visto y seguí hacia mi aposento. Me senté en la cama con una enorme sensación de tristeza y de derrota. Tenía ganas de gritar y de pelear, pero me contuve y recé. Y pensé. Pensé mucho”.

“Precisamente ese mismo día”, continuó el señor narrándome, “había usted dado una charla en este curso (*), en la cual afirmó que, en materia de relaciones humanas, había una realidad que se resumía en cuatro palabras: aumento lo que resalto.

“Recordando me di cuenta de que yo había estado resaltando en mi hijo todo lo negativo. Sólo le señalaba lo que hacía mal”.

“De modo que empecé a hacer lo contrario. Durante tres semanas he estado resaltando todo lo bueno que hace, señalando cada acierto, aunque sea con un simple gesto.”

“Esta mañana”, concluyó aquel padre, “mi hijo me dijo una frase que me estremeció: “Tú verás, papá, lo que es un hombre responsable de aquí en adelante”, y añadió: “Porque a ti, no te voy a hacer quedar mal...”.

“El cambio que ha dado mi hijo en tres semanas es increíble. Ha vuelto a ser el muchacho en quien siempre tuve tantas esperanzas”.

Este caso demuestra claramente el daño que puede hacer a una persona estarla criticando continuamente, y, por el contrario, el bien que puede hacerle reconocer y resaltar las cosas buenas que hace.

Pregunta hoy el Señor: “¿Por qué te fijas en la pajita que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?”.

El Señor resaltaba en los demás sus cualidades cada vez que podía: “¡Qué grande es tu fe!”, “He aquí un israelita sin doblez”, “María ha hecho bien, porque ha escogido la mejor parte”. Él veía y resaltaba lo bueno de la gente, así los animaba y confortaba, les comunicaba su alegría.

¿Qué vemos y qué resaltamos en los demás? ¿Qué estamos aumentando? Recuerde: lo que resaltemos, eso aumentaremos.

La pregunta de hoy

Si sólo voy a ver las cualidades en los demás, ¿Cómo haré para corregirle sus defectos?

Para un cristiano, nadie hace nada por maldad, sino por error o por ignorancia, y, en consecuencia, todos son inocentes, independientemente de que algún Tribunal Superior (del cual usted y yo no formamos parte) dicte otra cosa. Su defecto podemos informárselo.

Corregir no sirve para nada. Resaltar lo bueno, sí.

¡Esto último es lo que hace el Señor!!

(*) Nota: El curso Liderato Gerencial y Éxito y Metas lo imparte Carlos García-Dubus (Servicios Corporativos) con gran éxito, procúrelo.

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