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FÁBULAS EN ALTA VOZ

Tú también puedes ser un ángel

Marta Quéliz

Marta Quéliz

Cuando vemos, recibimos o sentimos la bondad de parte de alguna persona tendemos a decir: “Fulana o fulano es un ángel”. Lo hacemos porque quienes creemos en Dios tenemos la convicción de que los ángeles son los enviados del Señor para darnos respuesta a alguna petición o para Él mostrarnos su misericordia cuando lo necesitamos. Detenidamente me he puesto a observar que cuando le llamamos así a quien nos ayuda, es porque ciertamente, de una u otra forma cualquiera de nosotros puede ser ese ángel que nuestro prójimo necesita.

Lo vi con “mis ojos”

Hace unos días “yo vi a un ángel”. Era una joven que, apenada, vio a un señor de la tercera edad echando 50 pesos de gasolina. Se quedó mirando cómo él no quería desprenderse de lo único que tenía en el bolsillo, pero no le quedaba de otra. Pagó y arrancó mientras ella lo llamaba. No escuchó, pero el bombero lo llamó más fuerte y se devolvió a ver qué pasaba. Él le dijo que lo llamaba esa joven y se dirigió a ella. Sin pedir explicaciones, “su ángel” le pasó algo de dinero. La cara del señor resplandeció y echó algo más de combustible. Guardó lo otro, y se acercó a la muchacha diciendo: “Yo trabajo en…”, como señal de agradecimiento y que si algún día lo necesitaba, él estaría ahí. Se marchó feliz y agradecido por haber recibido, tal vez, respuesta a su petición.

En una ciudad fabulosa

Este episodio me hizo sentir como en una ciudad fabulosa donde cada quien tiene la oportunidad de convertirse en el ángel de su semejante. Allí veía cómo la gente ayudaba al envejeciente o a alguien con discapacidad a cruzar una calle, observaba a otros cuidando con amor de los enfermos, no dejaba de prestarle atención a los que compartían lo suyo con los más necesitados, y me deleitaba mirando el trato amable hacia los niños. Cada quien extendía su mano para ayudar al desvalido sin poner condiciones porque tienen claro que muchas de las respuestas del Señor llegan a través de las buenas obras que se hacen en beneficio de los demás.

Un regreso feliz

Cuando me di cuenta de que estaba en mi realidad, pero que en ella también hay quienes actúan como ángeles, me sentí feliz porque sé que aunque el mundo haya cambiado y muchos ya dan por perdidos los gestos de solidaridad, aún quedan quienes se cuelgan sus alas y no están ajenos a lo que le pasa al resto. Trata tú también de ser ese ángel que responde las peticiones que el necesitado le hace al Señor, porque cualquiera de nosotros puede ser el elegido para que Él actúe en su infinita misericordia.

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