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COSAS DE DIOS

No pierde, aunque pierda

Alicia Estévez

Alicia Estévez

Alguien me refuta que las acciones de los cristianos, curas, monjas y laicos, a favor de los más vulnerables y desposeídos, no necesariamente hablan de la presencia de Dios en sus vidas, sino que cualquiera, incluso un ateo, puede hacer lo correcto. Todo aquel que es bueno, me dice.

No hay ejemplo

Yo le pido que mencione a una persona que se preocupe por los demás y lo demuestre con acciones concretas. Él se echa a reír y reconoce que el primer nombre que le viene a la mente es de un cura. Se esfuerza y descartamos un par de opciones más, todos cristianos. Aunque, en la práctica, su tesis queda derrotada, él sostiene que puede ocurrir, que es posible ser un buen ser humano sin fe. Bueno a mí me parece imposible ser honesto, recto y solidario desde un enfoque del mundo en el que no exista Dios. Y, tal vez, resulte cierto que alguien no creyente pueda actuar bien, pero, en mi caso, cada vez que me entero de una mujer o un hombre dedicado al servicio de los otros, es un cristiano.

Los que yo veo

De hecho, echo de menos a críticos de la iglesia, que hablan de sensibilidad, cuando de asistir a hospitales, orfanatos y asilos de ancianos se trata o cuando me ha tocado recorrer barrios de gente muy humilde. Porque en esos lugares, será que me pasa solo a mí, me entero de que son curas, monjas y laicos los que acuden en auxilio de estos hermanos vulnerables sin esperar votos en las elecciones o retribución de cualquier tipo. Y es que en nosotros hay bondad, Dios nos hizo a todos a su imagen y semejanza, pero cuando Él no está en el hombre, y cuando digo hombre también digo mujer, se dificulta dejar de lado el egoísmo y poner al otro en primer plano. Incluso si a ese otro lo llevas en el vientre y es carne de tu carne.

La bondad sin acciones

Si Dios no despierta el deseo de ayudar, de sacrificar la vida, si es necesario, por los demás, poco podemos entregar. Si miramos hacia nosotros, y no hacia Dios, de nada vale que tengamos, en esencia, sentimientos nobles, en el fondo, porque la bondad, sin actos de desprendimiento, no vale nada.

Mi ejemplo

A propósito de este período de pandemia, que, Dios mediante, con el anuncio del cese oficial de medidas extraordinarias, parece que dejaremos atrás, me llega a la cabeza un ejemplo de lo que digo. Muchas personas vulnerables, desde el punto de vista médico, llevan dos años encerradas, con razón, protegiendo sus vidas. Solo conozco el caso de un paciente, al que extirparon un riñón poco antes de la pandemia, que ha estado disponible para asistir hasta a moribundos con COVID y para escuchar a quienes han necesitado sacar del alma todo lo que los abruma. Sí, es un cura, se llama Luca. Dios es el combustible que mueve su vida. Pura coincidencia, diría mi amigo; él no pierde, aunque pierda.

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