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ÁNIMO EN DOS MINUTOS

¡Cómo! ¿Pobres...?

Aceptarse. La autoaceptación es un acto de fe. Y amarse a sí mismo es un acto de humildad.

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Luis García DubusSanto Domingo

El evangelio de hoy está escrito en palabras misteriosas que nadie entiende. Yo averigüé una vez algo (no todo) de lo que significaba, y ni siquiera me atrevo a decirlo, no vaya a ser que usted crea que me he vuelto loco.

Pero no lo dije yo. Fue el Señor en persona quien expresó una serie de ideas tan en contradicción con nuestra verdad, que no entendemos nada. Por ejemplo, dice Él que el dinero no da la felicidad.

Imagínese, cualquiera no sigue leyendo, ¿verdad? Pero hay más. Luego se atreve a afirmar que tampoco el prestigio produce felicidad. Y más adelante añade que el poder tampoco sirve para hacernos felices.

No sé usted, pero esto para mí resulta muy complicado. Si el dinero no da la felicidad, ni el prestigio ni el poder tampoco... ¿qué rayos estamos haciendo entonces...?

Porque, evidentemente, nadie quiere ser desgraciado, y trabajamos como locos con tal de ganar dinero, ser importantes, tener el mando... Pero… ¿Somos felices…?

El Señor nos da hoy cuatro fórmulas para alcanzar la felicidad, y asegura esta sí es la manera de conseguir ser dichosos en esta vida.

Ahora, si Él, siendo nuestro Maestro, nos reveló estas fórmulas de la felicidad, ¿cómo se explica que los que escuchamos con confianza, no logramos ser felices...?

Es que no hemos entendido lo que Él quiere decir, o, peor aún, lo hemos entendido al revés.

La primera fórmula que nos da el evangelio en Lucas 6, 20 dice que, si queremos ser dichosos, seamos “pobres”, porque así “tendremos a Dios por rey”, y “el reino de Dios será de nosotros”. Imagínese usted, esto de meterse a pobre para lograr ser felices parece una absoluta contradicción.

Es como si el evangelio, en vez de ser una “buena noticia”, fuera una noticia mala; como si en vez de ser una fórmula para ser felices, fuera un llamamiento al sufrimiento. ¡Qué concepto tan incompatible con un Dios Padre amoroso...!

¿Qué quiere manifestar cuando nos dice que seamos pobres si queremos ser felices? ¿Qué significa “pobre” para el Señor?

Pobre es el que se da cuenta de que necesita a Dios, de que estaría desamparado sin Dios. Porque solo el amor de Dios puede hacerlo feliz.

¿Aún más simple? Rico es el soberbio, que vive para darse importancia. Pobre es el humilde y sencillo, aunque posea bienes.

La pregunta de hoy

¿Qué tengo que hacer para ser más feliz?

Aceptarse y amarse a sí mismo. La autoaceptación es un acto de fe. Y amarse a sí mismo es un acto de humildad.

“Un solo acto de auto aceptación vale más que mil rosarios y diez mil golpes de pecho” (Marcial Silva).

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