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FÁBULAS EN ALTA VOZ

Deseos poco comunes

Marta Quéliz

Marta Quéliz

En esta oportunidad no quiero desearles salud, paz, amor, abundancia… Quiero más bien sugerirles que trabajemos por ello. Que hagamos lo que sea necesario para que esos anhelos se hagan realidad. Que no se lo dejemos todo a Dios. Apelemos a la efectiva frase: “Ayúdate, que yo te ayudaré”. Al fin y al cabo depende de nosotros alcanzar estas metas. De qué vale pedir, por ejemplo, salud al Señor, si en momentos de pandemia no nos ponemos la mascarilla, no guardamos la distancia y pasamos por alto las demás medidas sanitarias. Hoy los invito a visitar una ciudad fabulosa donde los habitantes trabajan junto al Todopoderoso para ver hecho realidad todos sus deseos.

Lo que hacen por la salud

En ese lugar fabuloso son “ñoños” con la salud. Saben que de ella dependen todas las cosas que hacen en la vida. Allí se cuidan unos a otros. Desde que anunciaron que en el mundo habría una pandemia por la presencia del Covid-19 fueron los primeros en tomar medidas. Sí, medidas que cumplieron en su totalidad. Con mascarillas, manos lavadas, metros de distancia, cuarentena, teletrabajo, no aglomeraciones y, sobre todo, abastecimiento de medicamentos, equipamiento de hospitales y capacitación médica han sabido hacer frente a los embates y mutaciones de un virus que llegó para quedarse. Eso les ha ayudado a ser la ciudad con menos casos y muertes por coronavirus. Otras situaciones de salud también tienen respuestas efectivas en esta ciudad fabulosa.

Cómo consiguen la paz

La tranquilidad impera en este lugar. La frase de Benito Juárez: “El respeto al derecho ajeno es la paz”, es un emblema entre los moradores. Como tienen esto bien claro, evitan las discusiones, la violencia, la agresividad y, más que eso, tratan de salvaguardar los principios y valores aprendidos en el hogar y en la escuela para que nada ni nadie trastorne su paz. El consenso, la tolerancia y la hermandad son el trípode que garantiza esa paz.

Para lograr el amor

“Amar al prójimo como a ti mismo”. Así de simple se manejan en esta ciudad fabulosa. Este segundo mandamiento asegura que ya el primero, “Amar a Dios sobre todas las cosas”, está más aprendido. Entonces, aquí encuentran la razón para darse a los demás, para no hacerle daño a nadie y para establecer una buena relación, ya sea de familia, amistad o amorosa.

¿Y qué de la abundancia?

En esta ciudad fabulosa no miran este término con dos signos de pesos en los ojos. Piden al Señor abundancia y trabajan por ella, pero en todo el sentido de la palabra. Quieren salud, paz y amor abundante porque saben que cuando tienen todo esto, es solo cuestión de trabajar honradamente para llevar el pan a la casa, tener una buena educación académica, construir una casa y tener desenvolvimiento económico. Porque en definitiva, hay que pedirle a Dios, pero hay que trabajar por lo que se quiere lograr.

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