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FÁBULAS EN ALTA VOZ

Se me olvidó la columna

Marta Quéliz

Marta Quéliz

Cuando Lidia, la diseñadora gráfica, me recordó a las 11:08 que yo no le había entregado la columna, de verdad que me sorprendí. Siempre he tratado de hacerla los lunes. Por mi cabeza no había pasado nada de eso, estaba concentrada en los demás temas a publicar y, sobre todo, en algo a lo que debemos prestar atención: el Covid-19, que ataca de nuevo y con fuerza.

El virus no se ha ido, renovó fuerzas

A punto de cerrar el año, el Omicrón se ha encargado de recordarnos que el virus “sigue vivo”, y de qué manera. Confieso mi preocupación por la forma tan relajada en que siguen algunos como si la pandemia, al igual que el año 2021, quedará en el pasado. Con los tantos casos que he escuchado, inclusive, gente repitiendo, al parecer me fui a mi amada ciudad fabulosa donde hasta la columna se me olvidó. Es ahí donde hay orden, se acatan instrucciones y las autoridades no actúan a la ligera porque saben que esto trae consecuencias, a veces bastante graves.

¡A cuidarse uno mismo!

En ese lugar fabuloso donde quiero quedarme porque amo su orden y respeto a las reglas, enseñan a todos a cuidarse a sí mismos, a usar su mascarilla, guardar la distancia, lavarse las manos y seguir los lineamientos de unas autoridades responsables que predican con el ejemplo. Allí no hay ese que pueda decir que ante la presencia de un virus tan peligroso y contagioso le han dado riendas sueltas. De ninguna manera. Cuando ha habido que encerrarse, los habitantes lo han hecho sin chistar; cuando niegan los permisos para grandes celebraciones, la gente acata sabiendo que se hace por la salud, y lo más importante, cuando han tenido que “ponerle candado” a la ciudad, lo han hecho y todos ponen de su parte porque la seguridad está en que cada quien ponga de su parte.

De regreso al pánico

Lamentablemente, Lidia me trajo de mi ciudad fabulosa y el miedo volvió apoderarse de mi quietud. Leo mensajes que solo dicen “el Covid está fuerte”, “los neumólogos no dan para más”, “los laboratorios abarrotados”, “tengo Covid”… En fin, volví a una realidad donde debo ajustarme a unas normas con las que creen que con pedir una tarjeta de vacunación, que a veces no le hacen caso en los establecimientos, ya están previniendo la fuerte ola que ya está aquí. Mientras, yo, a través de estas líneas que casi se olvidan, solo puedo decirles que, para que disfruten de las cosas que puede traerles el año 2022, traten de cuidarse por su propia cuenta. ¡Que el Señor nos proteja a todos!

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