La Vida

FOLCLOREANDO

El folklore es cultura expresiva

Todos los días practico el folklore de mil maneras, pero existen fechas específicas que celebro hace bastante tiempo y me doy el lujo de decir que quienes han asistido por invitación a esos juideros o julepes han disfrutado bailando, tocando, comiendo o muertos de risa disfrutando de esos momentos únicos que no se repiten, porque siempre hay novedad.

El Día Nacional del Folklore (10 de febrero), el Día Mundial del Folklore (22 de agosto), el Día del Patrimonio Nacional (10 de diciembre) y el Día de la Cocina y Gastronomía Dominicana (segundo domingo de diciembre) que, por cierto, en el 1492 el vocablo “gastronomía” no existía, lo sigo celebrando, naturalmente no con el mismo entusiasmo, alegría y libertad del más reciente (2019). El 2019 en esta fecha fue de algarabía musical y bailable. Se sirvió comidas, bebidas y postres nunca visto por muchos de mis apoyadores que se dieron cita durante el día. Por eso no puedo ni debo lamentarme, porque todavía muchos recordamos lo sucedido, lo que aprendimos y lo que degustamos. Desde que inició la pandemia hice conexión por las redes con todos mis seguidores que ansiaban tener palabras de aliento, escuchar música y mi voz que no los desamparaba pues, aunque estuve muy afectada emocionalmente tenía que irradiar alegría, que es lo que vendo de una forma espontánea. Fue muy duro colocarse en el lugar de esas personas con sus familiares en la lejanía o cuidando a un enfermo y no poder salir de su entorno y lo único que hicieron fue conectarse conmigo para alivianar esa carga emocional que los acongojaba.

Cuánta lección ha dejado este tiempo, cuánto hemos aprendido, qué bueno es saber que estamos vivos cuando nos pellizcamos. Cuánta gente toxica ha aparecido en el ambiente, lo importante es siempre “estar moca” “estar culebro” o “estar chivo”.

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