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REALIDAD Y FANTASÍA

Acción de Gracias

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María Cristina de CaríasSanto Domingo, RD

Me gusta mucho la costumbre norteamericana llamada Thanksgiving, que quiere decir dar gracias. Es un día dedicado a agradecer a Dios por todo lo que nos ha otorgado durante el año, Se celebra una cena especial a base de pavo y toda la familia se congrega para degustar el banquete. En nuestro medio esta bonita costumbre ha calado, sobre todo entre las capas altas de la sociedad y entre aquellos que han vivido en el gran país del norte.

Al comienzo a Emma no la convencía mucho aquella comilona a finales de noviembre; ella tiene todos los sentidos puestos en sus más queridas fiestas, las de Navidad, por lo que esa cena antes de tiempo no la convencía mucho. Poco a poco se fue acostumbrando y aceptó la festividad, cuando su hijo vino de retirada, después de haber vivido varios años en Nueva York, este naturalmente, quiso celebrar el Día de Acción de Gracias con la consabida comilona.

En los últimos años, celebramos la cena en casa de una hija, la que se esmera porque la mesa luzca esplendorosa, la comida sea exquisita y las atenciones esmeradas. Emma siempre participa en los preparativos, se traslada desde temprano a casa de mi hija y se ocupa del pavo. Dice que el adobo del animal es lo más importante, porque la carne es algo sosa, por lo cual debe adquirir sabor mediante los ingredientes con los que se embadurna durante todo un día, antes de meterlo al horno. Es toda una ceremonia previa en la cual mi factótum embadurna el bicho con naranja agria, luego lo soba con mucho ajo, procede a hacer pequeños cortes, en donde introduce cebolla y hierbas. Más adelante, pasadas unas horas, le da una friega con ron; según ella, esto hace que el animalito retenga los sabores. Finalmente, lo introduce en el horno, no antes de rellenar el buche con una mezcla especial consistente en frutos secos, pasas, miga de pan, mantequilla y vino moscatel.

Además del pavo, se preparan otros platillos complementarios, vainitas, un pastel de maíz tierno, puré de papas y el postre típico de la estación a base de calabaza. Finalizados los preparativos, mi abnegada cocinera se dirige diligente a su casita de Nigua, llevando un pavo que le hemos obsequiado, adobado de antemano, para solo asarlo al llegar a casa y celebrar la cena con su hijo y su familia.

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