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FÁBULAS EN ALTA VOZ

Venecia y su fe

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Marta QuélizSanto Domingo, RD

A ella la quiero como si fuera mi familia. En efecto, lo es. El trato familiar, desde mi punto de vista, va más allá de lazos sanguíneos. Venecia siempre tiene una oración para quien la necesite, porque su confianza en el Todopoderoso la hace ser una mujer optimista y comprometida con lo divino para ponerlo al servicio de los demás, y de ella misma. “Estoy parada por fe”, dice siempre, y es cierto. Los inmensos achaques de salud que padece lo dejan claro. La han operado varias veces, inclusive creyéndose que jamás caminaría por sus propios pies. Pero no, se levanta. Y lo mejor, está dispuesta a hacerlo cuántas veces se caiga.

Dura “distracción” Curiosamente, las pruebas que ha experimentado la protagonista de esta fábula, al parecer fueron la “distracción” que el Señor le mandó para que no se consumiera en la tristeza por la pérdida de su esposo Luis Manuel. Al poco tiempo de su fallecimiento, ella comenzó a presentar situaciones con su salud. Lloraba y era normal que lo hiciera. Sus lágrimas mezclaban los sentimientos que experimentaba por la partida de su compañero de tantos años y por el dolor que cargaba en su columna. Tiempos difíciles, pero con fe y mucha oración ha ido recuperándose y lo que le falta, también lo deja en manos de Dios.

Un respiro fabuloso Por todas esas cosas por las que ha atravesado Venecia, he querido transportarla a una ciudad fabulosa donde no hay dolor por la partida de un ser querido como tampoco por asuntos de salud. En este lugar de ensueño, solo hay felicidad, paz, limpieza de espíritu, abundancia, amor… sobre todo, para quienes viven la fe en toda su magnitud: en los buenos y en los no tan buenos tiempos. Al llegar allí su amplia sonrisa le auguraba que para ella todo se multiplicaría porque si por creer en el Señor es, ella lleva todas las de ganar. Es bonito escuchar sus jocosidades, verla regar las flores que tanto ama y observarla mientras disfruta a plenitud de todo lo hermoso que tiene este sitio para ella. Aquí nada le quita el sueño.

Su realidad en Guayubín Convencida de que había que traerla de nuevo a su amado Guayubín, la devolvimos a su casa. Y para sorpresa de muchos, la única diferencia que ella notó entre aquella ciudad fabulosa y su realidad, es que allí no sentía dolor ni melancolía por seres que se han ido a los brazos del Señor. Se dio cuenta que con la fe que tiene es más que suficiente para vivir en paz y sentirse amada por el Todopoderoso que le ha permitido mantenerse de pie y ¡privando! a pesar de las adversidades. Hay que tener fe aunque sea como un granito de mostaza. ¿Verdad, Venecia?

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