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FÁBULAS EN ALTA VOZ

Enfermedades del corazón

En estos días se está hablando mucho sobre el corazón. Se resaltan los males que lo aquejan, se orienta acerca de las formas médicas que existen para prevenir estas enfermedades y se facilitan las cifras de muertes ocasionadas por las afecciones cardiovasculares. Sin embargo, nadie se detiene a observar cuán grave es la enfermedad de un corazón malvado, envidioso y egoísta. Si se obtuvieran estadísticas al respecto, estoy segura que la incidencia sería bien alta en estos tiempos en los que el Covid-19 le ha sacado el verdadero rostro a las personas. Corazón malvado Para obtener la respuesta de este tipo de “enfermedades” que aquejan a un amplio grupo de gente, me fui a una ciudad fabulosa. Allí me describieron cada uno. El malvado es aquel al que no le duele el dolor ajeno, al que poco le importa el daño que causa a los demás con sus acciones. Es el que tienen algunos de los que trabajan en centros médicos y se niegan a darle una adecuada atención a sus pacientes, sobre todo, a quienes no disponen de un seguro médico o un deposito cuantioso para ser atendido o internado. Es que el poseen quienes se apoderan del erario público viendo cómo la pobreza consume a una gran parte de la población. Es el que le da vida a quienes se la quitan a otros por cualquier “quítame esta paja”. Corazón envidioso Este funciona con el éxito del otro. A mayores metas alcanzadas por quienes le rodean mayor será el avance de su enfermedad. La envidia le puede llevar a debilitarse cada vez más a medida que compite, que “sangra” por dentro ante la impotencia de no lograr lo que tiene la otra persona a la que envidia. Estos “pacientes” pueden convertirse en una gran amenaza porque son capaces de todo con tal de que le vaya mal al otro. Inventan, calumnian, se gozan se le va mal a ese alguien al quien “no le quita el ojo”. Corazón egoísta En la ciudad fabulosa que visité buscando respuesta a este tipo de “enfermedad”, me la describieron con pocas palabras: este es el que sólo piensa en su bienestar. No importa que el mundo se esté acabando, este “paciente” solo pensará en sanarse a sí mismo, en su bienestar y punto. No repara en que tan vez, un simple espaldarazo puede ayudar a alguien en un momento determinado. Para nada. Si da algunas palmaditas de ayuda, es para su propio beneficio. Lo bueno es que, el tratamiento que tienen en este lugar fabuloso para los “pacientes” que padecen estos males, es el arrepentimiento, pedir perdón al Señor y reinvindicarse haciendo el bien sin mirar a quién.

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