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COSAS DE DIOS

Con mal pie

Alicia Estévez

Alicia Estévez

Empezamos mal. Ella, identificándose como cristiana protestante, crítica de lo que llamó culto a la virgen, y yo aclarándole que soy cristiana católica y devota de María. También, dijo que no le gustan los perros, yo tengo dos. Así que esta señora siguió su camino, y yo me quedé con deseos de retenerla, no para contratarla, definitivamente no era lo que buscaba, pero sí para hablarle del poder de la Virgen María. Poder Quería decirle a esta mujer, que cree en Dios y en su hijo Jesucristo, que María, la madre de Jesús, no tiene solo mérito por aceptar llevarlo en el vientre, sino un gran poder, como intercesora. Por alguna razón, solo Dios conoce sus propios motivos, creo que a Jesús le place obrar milagros a través de su madre. Sin ir más lejos, el pasado sábado, 21 de agosto, durante la conmemoración de los cinco años del Rosario de la Aurora de la Parroquia El Buen Pastor, nuestro párroco, el padre Catalino Tejada, pidió a los presentes que compartieran algunos testimonios sobre cómo la Virgen ha sido instrumento de bendición para ellos. Los testimonios llovieron. Testimonios Una madre contó que, antes de que partiera a estudiar fuera, entregó a su hija, una chica con muchos problemas de salud, a la Virgen. La muchacha pasó cuatro años sin enfermarse y concluyó, con éxito, sus estudios. Otra madre dijo que, a ella, como ha ocurrido con muchísimas más, le sugirieron abortar porque sufría una enfermedad que podía afectar a su hijo. Le rogó a la Virgen que intercediera, para conservar el bebé, y le prometió cuidarlo sin importar cómo naciera. Su hijo nació sano y, tras el parto, esta madre fue sometida a exámenes, la enfermedad había desaparecido. Falté yo Yo no asistí al Rosario, lo vi por YouTube, pero, cada 23 de agosto, acompaño a mi hija a llevar flores a la Virgen. Ese día, ella sufrió una hemorragia cerebral hace doce años. Por la sangre acumulada en el cerebro, tenía un dolor de cabeza persistente, que, si no cedía con medicamentos, iba a ser necesario drenar. Una noche, en que hicimos un rosario en la clínica, el dolor de cabeza desapareció y no fue necesario hacerle un hoyo en el cráneo. Desde entonces, soy devota de esa madre a quien Jesús nos entregó desde la cruz. Una de sus advocaciones, la de Schoenstatt, estaba en la sala cuando la candidata a doméstica, fue a mi casa. Esta miró a la Virgen con la misma desconfianza que mis perros a ella, le ladraban. Si no quiere a María, y no les simpatiza a mis perros, ¡imagínese!, jamás podría servir en nuestro hogar, sí, empezamos mal.

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