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FÁBULAS EN ALTA VOZ

Cuando la lluvia “moja” la necesidad

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Marta QuélizSanto Domingo, RD

Conozco gente que gusta escuchar la lluvia en su techo y sentirla en su ventana. Sé de otros que cuando llueve se sienten movidos a degustar un buen sancocho o un rico chocolate con pan tostado. Y ni hablar de aquellos que, desde que caen dos gotas de agua, acceden a la invitación de su cama para acurrucarse. Pero me entristece tanto saber que en nuestro amado país y en otros, como Haití, hay tantos que el solo escuchar que va a llover significa casi una “sentencia de muerte”.

El peligro acecha

Ante el anuncio, hasta de una simple llovizna, hay quienes tienen que recoger las pocas pertenencias que poseen, se ven obligados a permanecer más en alerta que las mismas autoridades del COE. Que se les inunde la casa representa, no solo que se les dañen sus muebles, su cama y demás cosas que tengan, sino también, que les caiga encima una pared, que se le derrumbe su vivienda, que los infecten los desperdicios de una cañada desbordada, o que los arrastren las aguas de un río en crecida.

Unos descansan y otros se cansan

Inconscientemente, hay quienes ante el aviso de una tormenta, ven un escape para descansar y una oportunidad para abastecerse de alimentos y demás productos de primera necesidad, mientras que para otros el anuncio supone sumarle trabajo a lo que ya hacen. Deben recoger sus pertenencias que, aunque tal vez pocas o deterioradas, son sus cosas. A veces, deben cargar con ellas para llevarlas adonde un vecino o a un lugar más seguro. Y ni decir, cuando con toda su familia tienen que abandonar su hogar para irse a un refugio, y luego, cuando el clima lo permite, regresar a su casa, si es que queda “viva”.

Cuestión de conciencia

Por conocer que son muchas las personas a las que la lluvia le “mojan” su necesidad, es que me molesta cuando escucho a alguien alegrarse de que haya una tormenta para no trabajar o salir más temprano de sus labores, disfrutar del agua caer, tomar un té caliente y acostarse muy tranquilo a ver televisión; mientras que a nuestro alrededor hay tanta gente con “la mesa al caco” porque los aguaceros le han robado su techo, su sueño, su paz, y hasta las ganas de vivir en un entorno con tanta desigualdad social. Me consuela saber que, algún día puedan vivir en una ciudad fabulosa donde las lluvias pasen a ser un deleite para la naturaleza y no una amenaza para su existencia.

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