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COSAS DE DIOS

Sobran sillas

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Alicia EstévezSanto Domingo, RD

Éramos siete. Pero la mesa, en torno a la cual nos sentábamos a comer, solo tenía seis sillas. A la cabeza estaba mi papá; en el otro extremo, mi hermano Henry, el único varón. Las cuatro hembras, Vicky Libertad, Isabel y yo, ocupábamos los laterales. Mi mamá, a su vez, arrimaba una silla de hierro, pintada de verde, más pequeña que las de nosotros, en la esquina, junto a mi hermano. Su sentido de la maternidad era ese, poner el confort de los hijos por encima del suyo, sacrificarse, lo aplicaba en todo.

Sacrificios

Sacrificaba su gusto por la comida, insistiendo en compartir, con nosotros, cualquier antojo. Cosía, durante las fiestas patronales del pueblo, los vestidos que lucíamos para salir a pasear. Además, se desvelaba, pendiente de que llegáramos a la hora límite, las once de la noche. Siguió sacrificando su descanso, si aparecía, ya adultos, alguno de nosotros, sin comer, llegado de la capital o de donde fuera. En fin, el centro de su vida, hasta su último suspiro, fuimos sus hijos y nietos. Ni carrera profesional, ni viajes, ni sueños más allá que los realizados en sus vástagos. Siempre en casa, instalada, hasta el final, en un mundo de jardín, cocina y galería, sin apenas mirar hacia la calle, donde discurre una vida irreverente, distinta a la que ella conoció. Su visión parecía llegar solo hasta el follaje abonado por sus manos, milagrosas para las plantas. Tal vez, no quería ver lo que pasaba más allá de sus flores, pienso ahora.

El precio del éxito

Las madres, como la mía, son el referente nuestro, de aquellas que quisimos superarlas, cambiando muchas cosas, para no repetir sus historias. “Hay que vivir la propia vida”, nos decimos. Y, algunas, le tememos a la palabra sacrificio. Y la silla que falta en la mesa nunca es la nuestra, sino la del menos hábil, el que llega de último o que no llega, porque, ahora, sobran sillas, en estas familias compuestas por parejas, o madres y padres solos, productivos y exitosos, que nunca llegan a casa ni a comer.

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