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LETRAS

La versión definitiva de la novela Billini

Goyito Billini, expresidente dominicano.

Goyito Billini, expresidente dominicano.

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Andrés Blanco DíazSanto Domingo, RD

La primera vez que tuve noticias sobre la existencia de una versión inédita de Baní o Engracia y Antoñita fue a finales de la década del ochenta del pasado siglo XX. Hacían referencia a un manuscrito de la novela, revisado y corregido por su autor, Francisco Gregorio Billini. Espoleado por la espinita del investigador, hice algunos apuntes en un cuaderno de notas, con la idea de tenerlos disponibles y seguir indagando sobre el particular.

Años después obtuve un ejemplar de la primera edición de la obra, comprada a un amigo vendedor de libros viejos, al cual yo solía hacerle encargos. Desde ese entonces, en varias ocasiones aproveché para comentarle sobre aquel manuscrito y preguntarle si tenía alguna información al respecto. Me refirió que eso se decía entre estudiosos e interesados que solían ser sus clientes, pero que no me podía corroborar nada. “Lo he oído”, me decía siempre. Poco antes de su fallecimiento, este amigo me llamó para recomendarme contactar a alguien que quizás tuviera datos precisos, y me dio un nombre: el Dr. Frank A. Roca, quien había trabajado con la obra en prosa y en verso de Billini y publicado un estudio, bajo el título de Francisco Gregorio Billini: aporte a la divulgación del prócer.

Una coyuntura especial se presentó en 1998, cuando el para mí siempre recordado Manuel Rueda me informó en las oficinas de la Fundación Corripio, Inc., su decisión de incluir a Baní o Engracia y Antoñita en la Biblioteca de Clásicos Dominicanos, y que había citado al Dr. Roca para proponerle hacer el estudio preliminar. Fue así como, en mi calidad de editor de dicha Biblioteca, me tocó interactuar por varios meses con don Frank; y fue este amigo generoso el primero que me indicó por dónde encaminar las pesquisas del ya mencionado manuscrito: tenía que darme un viajecito a Baní y preguntar por los papeles de Francisco Gregorio Billini y su familia, que reposaban en el Museo Histórico de esa ciudad.

El tiempo pasó y, entre horarios de trabajo, la docencia universitaria, la investigación histórica y literaria y múltiples compromisos y obligaciones, mi visita se demoró. Durante una conversación con Luis Beiro, este me animó a que realizáramos el primer viaje al lugar, para lo cual había hecho las conexiones con José Miguel Germán y José Dicén. Estos dos amigos sirvieron para orientarnos y encaminar las gestiones de lugar. Esa primera diligencia facilitó el contacto continuo y abierto con la directora del Museo, doña Mariana Landestoy, quien me abrió las puertas y siempre se mostró dispuesta a colaborar con la búsqueda.

El material del Archivo de Francisco Gregorio Billini y de otros miembros de la familia no estaba organizado, lo cual dificultaba, de entrada, el saber lo que contenían las cajas allí conservadas. En tal virtud, debía entregarme a la búsqueda. Fueron muchos los viajes al lugar, con una cámara digital para fotografiar todo lo que resultara de importancia e interés para mí. Una mañana, dentro de esa búsqueda, encontré el original de una carta de Hipólito Billini Paulino, dirigida al Dr. Américo Lugo en abril de 1915, que me dio nuevas pistas y esperanzas. El primer párrafo de esa misiva dice: «Con verdadero placer pongo en sus manos, conforme a sus deseos, los originales para la nueva edición de la novela Baní o Engracia y Antoñita que será publicada bajo la dirección del amigo Lucas Gibbes, quien está haciendo la patriótica propaganda en el extranjero de dar a conocer a nuestros modestos escritores». Y más adelante se lee: “Además de la novela con algunas correcciones hechas por autor, mi inolvidable padre, le he conseguido unas fotografías, discursos y trabajos que usted me dijo irán anexos a la nueva edición de dicha obra”.

La edición contaría con la iniciativa y el apoyo de la Librería Ollendorff de París; pero el proyecto, que contaría con un estudio escrito por Lugo, no llegó a materializarse.

Esa carta sirvió de motivación para que continuara la búsqueda hasta que una mañana, por fin, encontré el original y, sin pérdida de tiempo, procedí a fotografiarlo digitalmente.

Es a partir de esa versión revisada y corregida por el Francisco Gregorio Billini y conservada por su esposa, Ángela Paulino de Billini y el hijo único de ambos, que ahora está a disposición del público la edición definitiva de Baní o Engracia y Antoñita. A pesar de que Hipólito Billini Paulino señala en su carta a Américo Lugo que las modificaciones y correcciones realizadas por el autor en el texto son mínimas, lo cierto es que tal afirmación dista mucho de serlo. Esto lo ha puesto en evidencia el cruce entre la versión de 1892, publicada con cierta prisa en procura de conseguir fondos para hacer frente a la crítica situación económica que atravesaba el Colegio San Luis Gonzaga, y el manuscrito dejado por Gollito Billini. Dichas modificaciones son de todo tipo, comenzando con la eliminación del epígrafe de Jean-Jacques Rouseau que encabezaba la primera edición: «Acaso sean las novelas la postrera instrucción que haya que darse a un pueblo ya corrompido al cual no pueda aprovecharle otra».

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