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COSAS DE DIOS

Luchar hasta el final

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Alicia EstévezSanto Domingo, RD

En los años 90, Michael Jordan, Scottie Pippen, Dennis Rodman y Steve Kerr fueron estrellas de la NBA, el primero más que ningún otro, en la historia de la liga. Su equipo logró 6 títulos de campeonato, en 7 años. En medio del juego, se ponía en evidencia la personalidad de esos hombres, con un talento increíble, en común, pero con una proyección pública muy distinta. En esto días, he visto el documental “El Último Baile”, que hace referencia al último título ganado por ellos, y revela detalles de sus vidas y de la situación interna de los Bulls de Chicago, teniendo como eje central a Jordan, quien logró sacar lo mejor de sus compañeros, pese a que la gran diferencia, entre todo lo que les unía, eran sus orígenes. Por este motivo, escribo esta columna.

Los padres

Los padres de estos hombres fueron determinantes en sus vidas. Mientras Jordan era un hombre carismático y líder indiscutible, Pipen, pese a ser una gran estrella, se mantenía en segundo plano, sin parecer incómodo en esa posición. A su vez, Steve Kerr, brillaba por su juego, y su aspecto, fuera de la cancha, era el de un norteamericano blanco común. Todo lo contrario a Dennis Rodman, una figura estrambótica, errático en sus declaraciones, novio de famosas como Madonna y Carmen Electra. Las historias familiares de estas estrellas explican sus comportamientos. Jordan venía de un hogar, clase media, bien estructurado. Sus padres exigían lo mejor de sus hijos, pero no les reprochaban ante las derrotas. Cuando Michael no pudo entrar al equipo de su escuela, su madre lloró con él, pero dijo que, si lo deseaba, podía lograrlo el siguiente año. Así fue. Su papá hizo lo mismo, cuando Jordan no logró llevar a Chicago a las finales de la NBA, lo animó a prepararse para el año siguiente. Y nunca dejaron de orientarlo. Casi lo obligaron a escuchar la oferta de Nike, el mejor contrato publicitario de su vida. De su lado, Pipen venía de una familia grande, con dos miembros en silla de ruedas. Pero uno de sus hermanos, entrevistado para el documental, dijo la frase que explica el éxito de Pipen, “nosotros éramos muy unidos, no sabíamos que éramos pobres”. Kerr, el blanco en el cuarteto, pertenece a una clase acomodada, hijo de un académico. En diferentes circunstancias, los tres, Jordan, Pipen y Kerr, tuvieron seguridad, disciplina y valores. El primer entrenador de Jordan, por ejemplo, dijo que sus padres habían hecho un gran trabajo. Y en una carta, enviada a su madre desde la universidad, Michael se despide diciendo: “Dios y yo te amamos”.

La excepción

La excepción fue Rodman, su mamá lo echó de la casa a los 18 años, pasó dos viviendo en la calle. En la cima de su éxito, este hombre fue rescatado por la policía. Un amigo alertó que estaba en su auto con un arma de fuego. En el documental Rodman reconoce que se sentía perdido, en ese momento. Al preguntarle por qué su madre lo abandonó, dijo que ella se había cansado. Puede ser, digo yo. Pero ese es un lujo que los padres no podemos permitirnos, como si fuera un “último juego”, por los hijos hay luchar, hasta el final.

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