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REALIDAD Y FANTASÍA

Las delicias del clima

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María Cristina de CaríasSanto Domingo, RD

El clima tiene a Emma y a los habitantes de esta bella isla contentos y felices. Para esta época, en años anteriores, el calor bochornoso era nuestro compañero, sin embargo y a pesar de la pandemia, gozamos ahora de aire fresco y noches perfectas para dormir a pierna suelta, sin auxilio de aparatos refrescantes. Mi factótum se siente a sus anchas, a pesar de ser campesina de pura cepa, no comulga con el calor bochornoso. En estos días hace sus múltiples oficios cantando y sonriendo, a pesar de tener que usar la mascarilla para salir de casa para cualquier menester, aunque sea al bordillo de la acera.

No creo que este paradisiaco clima dure mucho, me temo que vendrán las oleadas de calor, acompañadas del polvo del desierto y las acostumbradas tormentas. Espero, eso sí, que Dios nos cobije con su manto y los huracanes pasen de largo, haciéndole el feo a nuestra amada isla.

Aprovechando el clima benigno, nos hemos dedicado a hermosear el jardincito. He comprado una serie de plantas para reemplazar las que se han puesto mustias. El patio con su variedad de plantas nos sirve de solaz tanto a Emma como a mí. A ella le encanta sentarse a leer el periódico, en tanto los pajaritos cantan y alborotan y la brisa acaricia su piel. Yo acostumbro a desayunar en el patio, en tanto reviso la prensa y también, ambas recibimos las visitas, allí entre las plantas. También es allí donde escribo los artículos, no hay sitio más inspirador que ese remanso de tranquilidad. He tenido la fortuna de que unos pajaritos anidaron e una de las lámparas de la sala, no sé cómo se les ocurrió refugiarse allí, pero lo cierto es que en el nido de la sala tuvieron sus polluelos, sin que se nos ocurriera perturbarlos. Entraban y salían del patio a la sala, como Pedro por su casa, extendiendo mi paraíso con gracia infinita. Finalmente abandonaron su nido y Emma procedió a hacer una limpieza del antiguo habitáculo pajaril. No sé si volverán a colgar su nido, como las golondrinas de Bécquer, entretanto los veo revolotear en mi patiecito.

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