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ÁNIMO EN DOS MINUTOS

Negarse a negarse produce soledad

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Luis García DubusSanto Domingo, RD

"No le hagas caso Héctor, no creo que él dijera eso por ofenderte... tú sabes que a veces uno dice cosas...”

- “¡No! ¡No! ¡Olvídate! No he olvidado: Yo, cuando alguien me molesta, lo borro. Y punto.”

No supe qué decir en el momento. Quizás esa era la mejor forma de evitarse problemas.

Recuerdo otra persona. Una señora mayor, que vive sola en un cuarto de una pensión, con hijos y nietos, pregunté por qué tan sola y me contestaron: “Ella es muy difícil de tratar. Demasiado susceptible. Nadie la quiere cerca...”, me dijeron.

Su teoría de “borrar” a todo el que lo molesta lo ha dejado sin amigos, ahora están “solos”.

El evangelio de San Juan 12, 20-33 tiene una de esas frases que oímos una y otra vez, hasta que un día comenzamos a entender algo. Dice el Señor: “Se lo aseguro, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; en cambio, si muere, da fruto abundante”.

Veo aquí un anuncio de su propia glorificación a través de la ofrenda de su vida. Y también una gran enseñanza práctica para nosotros, para Héctor y para cualquiera que “tenga oídos”.

La vida es un proceso. El niño es egoísta por su gran necesidad de recibir amor.

El cristiano adulto, por el contrario, puede salirse de sí y pensar en el otro. La madurez de su fe lo hace capaz de negarse placeres y derechos por el bien del otro, y su mayor realización es: cuando puede amar.

En el evangelio de hoy hay una frase que explica la soledad de Héctor y de la señora de la pensión. Fíjese bien. Dice así: “Estar preocupado por sí mismo es destruirse; olvidarse de sí mismo, es conservarse para una vida definitiva” (Juan 12-23).

Quien sólo sabe reclamar sus derechos, se queda solo. En esta vida, y en la otra.

Nuestra alternativa es: egocéntricos o Cristo céntricos. Si mi centro es Cristo, me encontraré con miles de amigos en el camino.

Aferrarnos a nuestros deseos y derechos, y quedarnos solos..., O seguir los criterios del Maestro, y cosechar frutos abundantes de alegría, paz y felicidad.

La pregunta de hoy

Esto de “no reclamar sus derechos” ¿Es acaso algo difícil de hacer?

Por el contrario, es algo tan difícil que el mismo Señor, quien vivió su proceso al igual que usted y yo, al hablar de esto dice: “Me siento turbado ahora”. Y dice San Pablo: “El, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer”.

Así que no es nada fácil. Sin embargo, es la puerta estrecha hacia la felicidad. Lo contrario es quedarse encerrado en sí mismo... Y solo.

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