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COSAS DE DIOS

Una monja ante un ejército

Alicia Estévez

Alicia Estévez

Cientos de policías, con cascos y escudos antimotines, la rodean. El círculo es amplio, en torno a esta mujer diminuta, que se encuentra de rodillas, con los brazos extendidos hacia el cielo en un gesto desesperado de súplica. Aún a distancia, su rostro, crispado, evidencia que llora. En la imagen no se ven, pero tras de ella, ocultos, en el lugar que busca proteger con sus brazos sin armas, hay cien jóvenes, muchachos adolescentes y veinteañeros, que son perseguidos por los policías, listos para ir a apresarles, golpearlos o matarlos.

DESCONCERTADOS

Pero la mujer de rodillas, sus oraciones y sus súplicas, resultan un escudo mayor que todos los que portan quienes la observan desconcertados. Ese ejército luce conmovido, sin saber qué hacer. ¿Cómo arremeten hombres armados contra una monja de rodillas, indefensa? Saben que no van por ella, persiguen jóvenes revoltosos, a quienes ven como enemigos. A ellos sí están dispuestos a matarlos, ya han acabado con 18 vidas durante las protestas que sacuden a Birmania, Myanmar, desde que el primero de febrero del 2020, cuando los militares dieron un golpe de estado y retomaron el poder. Ya habían gobernado, en ese país del sudeste asiático, durante cuatro décadas hasta que, hace apenas diez años, dieron paso a la democracia.

LA HERMANA ANN UN THAWNG

Desde hace un año, esta nación, de mayoría budista, se desangra. Y son los jóvenes quienes aportan la mayor cuota. Eso lo sabe la mujer de rodillas ante los policías y les pide: “No tomen estas jóvenes vidas, ¡por Dios! - en su lugar- ¡tomen la mía!” Su súplica, milagrosamente, logra frenar el ataque. La policía retrocede y los jóvenes, que habían corrido a refugiarse en el convento donde vive y sirve su salvadora, resultan ilesos. ¿A quién les deben la vida? A una monja de la congregación de San Francisco Javier, su nombre es hermana Ann Un Thawng, una enfermera conocida, en su comunidad, por su dedicación a los enfermos y, ahora, también, más allá de las fronteras de Myanmar, por su heroísmo.

GRATITUD

Los jóvenes, a quienes protegió, le han agradecido públicamente por salvarles, y el Vaticano también se hizo eco de su gesto sencillo, capaz de detener a un ejército. Este país, con 54 millones de habitantes, se ha transformado en un campo de batalla, en el pasado, fue colonia inglesa. Su independencia dio paso a un régimen militar, que en el 2010 fue sustituido por una democracia, el cual llegó a su fin con el golpe. Probablemente, atendidos por la hermana Anna, han muerto muchos jóvenes, a quienes no pudo salvarles la vida. De modo que ese día renunció a sus fuerzas y habilidades de enfermera y se postró para clamar al rey de todos los ejércitos, con semejante aliado, esta vez, la enfermera Ann, venció.

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