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REALIDAD Y FANTASÍA

¡A vacunarse!

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María Cristina de CaríasSanto Domingo, RD

Llegó la vacuna al país, la acogida ha sido enorme, todos quieren vacunarse, pero existen los protocolos y estos exigen orden y prioridades.

El primer grupo, compuesto por el personal sanitario y los mayores de setenta años, ha desfilado por los puestos de vacunación, distinguiéndose por su disciplina y entusiasmo. Se han habilitado muchos sitios para estos fines y todos, sin excepción, han estado colmados de pacientes ansiosos por recibir la vacuna salvadora. No se ha notado el rechazo a la inyección ni a su procedencia, solo la satisfacción de por fin acceder a un remedio para una pandemia que azota sin misericordia al planeta.

Han surgido vacunas en diferentes puntos del globo y conocidas farmacéuticas han logrado fabricarlas con la aprobación de los organismos rectores. Parece que todas son efectivas y cumplen los estrictos requisitos. Con la vacuna se podrán abrir las escuelas y universidades, los maestros están incluidos en el primer grupo destinado a vacunarse. Así podrán estar listos para acoger a los alumnos en todos los establecimientos educativos, a lo largo y ancho del país.

La prensa no ha publicado sobre reacciones severas al líquido inyectado. Algunos se quejan de dolor de cabeza o dolor en el brazo, nada que no se haya experimentado con cualquier vacuna. Todos tienen que estar atentos a la segunda dosis, con lo que estará asegurada la inmunización al temible mal. La inyección y el nuevo horario del toque de queda han creado en la población un sentimiento de optimismo y esperanza de que todo vuelva a la normalidad.

Emma por supuesto fue de las primeras que acudía a recibir la inyección salvadora, después se dedicó a hacerle propaganda al medicamento salvador. Creo que las autoridades no conseguirán un vehículo de propagación mejor que mi morena cocinera. Cada llamada suya se traduce en varias que contarán las maravillas de la inoculación y todo esto gratis para el Gobierno. La única perjudicada voy a ser yo que pagaré más por el uso y abuso del aparato telefónico, pero vale la pena el gasto, porque a todos nos conviene que el grueso de la población se vacune y ¡espantemos así al malvado bicho!

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