Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

Escolaridad: Un plan de rutinas puede ayudar a bajar la ansiedad

Avatar del Listín Diario
Marta QuélizSanto Domingo, RD

LISTÍN DIARIO visitó la casa de Henry, un jo­vencito de 14 años que, co­mo otros estudiantes, no es­tá cursando este año esco­lar por culpa del Covid-19. Su papá dio el permiso para que él cuente su experiencia sobre lo que significa estar fuera de las aulas, presen­cial y virtual.

Se le hizo difícil hablar. Las lágrimas se encarga­ban de responder la situa­ción por la que está pasan­do. “No es fácil”. Pudo decir entre sollozos. Su papá tra­tó de ayudarle con el relato. “Ha sido un trago amargo el que he tenido que tomar junto a él. No inscribirlo en la escuela por entender que yo no podía ayudarle con este nuevo modelo de estu­dio, me ha pesado. Desde el mes de noviembre estoy llevándolo a un especialista para ver cómo supera esta prueba”.

Al decir esto a él también se le aguan los ojos. En este momento, es el adolescen­te quien lo “auxilia”. “Papi habló conmigo y me expli­có, y yo le dije que sí, pero no sabía…”. Hace una pau­sa. Luego completa la frase: “No sabía que iba a ser tan difícil”. Se tapa la cara mi­rando hacia el piso, y deci­de ausentarse por unos mi­nutos.

En lo que se espera que regrese Henry, su padre aprovecha para hablar so­bre la conducta asumida por su hijo. “Lo primero es que él nunca ha sido aplica­do por un asunto que me re­servo. Pero sí puedo decirles que, esto ha sido una gran prueba. La pandemia nos ha hecho mucho daño. Ese niño, porque para mí es un niño, no hablaba ni duro, y ahora hace rabietas, pe­lea por todo, llora mucho, duerme poco, no quiere despegarse de los aparatos electrónicos, y de verdad, le dan unos ataques de ansie­dad que no quieran ustedes ver eso”. Se pone triste y fue necesario guardar silencio y darle su espacio.

Cuando vuelve Henry, unos 10 minutos después y ya con una ropa más có­moda (bermuda azul y ca­miseta gris), retoma el te­ma para ya para concluir. “En realidad, yo me siento muy mal. El doctor me es­tá ayudando, pero ha sido difícil y más que no está mi mamá en la casa con noso­tros. Gracias por venir”. No habló más, pero con su his­toria deja claro que como él hay otros estudiantes a los que la pandemia les ha cau­sado ansiedad, frustración, desánimo, tristeza y una gran baja en el rendimiento académico.

El caso de Henry en el consultorio

El doctor Aníbal Rodrí­guez, experto en psiquiatría infanto-juvenil, también tie­ne el permiso del padre de Henry para abordar su ca­so. Cuando recibió la lla­mada desde este medio, de inmediato se puso a la dis­posición de responder a las interrogantes. Con un acen­to que dejó claro que es ve­nezolano, comenzó dicien­do: “Te puedo decir que este adolescente es el rostro, es el ejemplo, que representa a una población amplia de es­colares que está padeciendo problemas de ansiedad, de turbación, de bajo rendi­miento escolar y de muchos otros trastornos emocio­nales y mentales. El Covid, sin temor a equivocarme, dejará un saldo elevado de niños, niñas y jóvenes con secuelas por este tipo de si­tuación”, lamenta.

Él cuida a sus pacientes. De hecho, prefirió tratar el tema de manera generali­zada, por entender que co­mo Henry, hay un Carlos, un Manuel, una Patricia, una Cristina… y muchos otros nombres de menores de edad a los que esta pan­demia les ha trastornado la vida. “La ansiedad es como una ‘alumna’ indeseada en­tre ellos, sobre todo, entre los estudiantes. De ahí que, ha aumentado la consulta por este concepto”, explica Rodríguez.

Ante la insistente pre­gunta sobre lo que sucede con menores que están per­diendo este año escolar, tu­vo que tomar de nuevo el ejemplo de Henry. “Te pue­do decir que, aunque los padres tengan sus razones, las cuales respeto, no estoy de acuerdo con esa deci­sión. Es doble el daño, pues, aunque sea de manera vir­tual, tienen contacto con sus amigos, y un motivo pa­ra distraerse. De verdad que los exhorto a inscribirlo es­te año, para tratar de sanar un poco la situación que es­to crea”.

Entiende, y lo enfatiza, que nadie tiene derecho a negarle la educación a ni­ños y las niñas. Esa es una situación que empeora los riesgos que tienen los me­nores de sufrir ansiedad y otros trastornos provocados por la pandemia.

Casos y testimonios

María José tiene siete años, y también se ha visto afectada por la nueva mo­dalidad de estudios que tie­ne, y por el trastorno que ha tenido su día a día.

A casi un año de la pan­demia, ella todavía no en­tiende por qué no puede ir a su colegio y juntarse con sus compañeros como lo hacía antes. Esto le ha generado un comportamiento que su madre confiesa, no sabe a veces cómo manejar. De ser una niña obediente y tran­quila ha pasado a ser rebel­de y a tener una conducta que dista mucho de la mos­trada por la niña antes de la pandemia. Se pone ansio­sa, rabiosa e intranquila con mucha facilidad.

Luis Alfredo es otro niño que, con 10 años de edad, está sintiendo en cuerpo y alma los efectos negativos de la pandemia. Le ha dado insomnio, ansiedad, ba­jo rendimiento académico, tiende a aislarse y, “hay días que no hay quién le hable. Del niño feliz y divertido que era no queda mucho”, cuenta su madre.

Búsqueda de soluciones

Olga María Renville, psi­cóloga y experta en Filoso­fía Mental aborda estos dos casos. “Definitivamente, esa angustia, esa ansiedad, ese problema de concentración que experimentan niños, ni­ñas, adolescentes y jóvenes es producto de este tiempo prolongado de un cambio brusco que lo ha trastorna­do todo”.

Tras dar esta explicación, la especialista recomienda a los padres y tutores que busquen la forma de crear rutinas diarias que ayu­den a apaciguar estos efec­tos negativos que tanto da­ño que están causando a los menores.

Es un secreto a voces la alta incidencia de casos de esta índole en los consulto­res de psicología, dice Ren­ville. “Sin embargo, de na­da vale acudir en búsqueda de esta oportuna ayuda, si no damos seguimiento a las directrices. Aunque es mu­cho el trabajo que ha caído sobre los padres, es impor­tante que entendamos que debemos seguir ayudando a nuestros niños. Apoyarlos para que salgan de este pro­ceso y evitar que queden se­cuelas que les afecten en su adultez”, sostiene.

Para ayudarlos con los trastornos de ansiedad, es necesario que fortalecer los vínculos entre padres, maestros y alumnos. Se les debe explicar que no solo son ellos los que están pa­sando por un momento difí­cil, sino toda la humanidad. Son vitales los mensajes de comprensión que les den seguridad, y más que todo, no dejar de hablar con ellos, hacerlo sin reclamos, sin in­comodidades. No hostigar­les con las calificaciones de la escuela ayudará a bajar su ansiedad, recomienda la especialista.

Al referirse a los que no están cursando el año, la ex­perta en Filosofía Mental re­salta que ayudará bastante el diseño de un plan de ruti­nas que los mantengan con la mente ocupada. Asignar­le tareas de la casa, según la edad y, en este aspecto, negociar siempre con ellos para que no se sienta como imposición. “Ser optimis­ta y transmitirles ese sentir a nuestros niños y nuestras niñas, ayudará bastante a abandonar esos trastornos de ansiedad y angustia”. Puntualiza.

Tags relacionados