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FÁBULAS EN ALTA VOZ

La pandemia de la intolerancia

Por cualquier “quítame esta paja” la gente hace un berrinche, ofende, maltrata, golpea y hasta mata a su prójimo sin contemplar las consecuencias. Es como si, más que al Covid-19, estuviéramos haciendo frente a otra pandemia: la intolerancia. Pero no estamos hablando de que ser tolerante es aguantarles los ruidos a los vecinos inconscientes, soportar la violencia intrafamiliar o asumir como válidos los abusos de los altos precios de los productos de primera necesidad. No. De lo que hablamos es de la rebeldía exhibida por una gran parte de la población ante diversos eventos que se dan en el día a día.

Casos y cosas Aunque desde hace años se registran diversos casos de intolerancia en el país, inclusive hasta trágicos, durante la pandemia hemos visto cómo la gente ha duplicado esta conducta. Cosas que creemos que no merecen la más mínima importancia se convierten en un grave problema por personas que no reparan en ofender o maltratar al otro. Algo tan simple como “arrebatarle” una funda de pan a alguien en el supermercado sucede ante la mirada atónita de otros que no pueden creer lo que ven.

Un viaje inesperado Ser testigo de acciones de esta índole me motivaron, sin estar en mi agenda, a visitar una ciudad fabulosa donde la gente tiene el respeto como norte. No hay un solo motivo, ni siquiera la presencia de un virus que aterra, para ofender o maltratar al otro. En momentos difíciles se unen más para encontrar y dar respuesta a situaciones que comprometen la paz ciudadana. Nadie quiere llevar la ventaja, prefieren compartir mitad a mitad lo que aparezca. Eso de meterse en la fila a como dé lugar o de querer sacar ventaja en detrimento del semejante no va con los moradores de este lugar fabuloso. Nadie perturba la tranquilidad del vecino. La palabra y el entendimiento son los reyes de la ciudad.

Triste realidad Al regresar, con el murmullo de quienes criticaban la acción de la señora que le “arrancó” de las manos el pan a otra señora en el supermercado, noto que puede que el Covid-19 esté amenazando nuestra vida, pero que hay una pandemia que podría resultar más peligrosa. Por la sencilla razón de que ella había apartado el pan, sobre la cantidad del mismo producto, esta mujer se lo quitó a la otra diciendo: “Eso es mío, coja otro de los que están ahí, buena fresca”. Todo se hubiese evitado si ella toma uno de los tantos otros iguales que había en la góndola. El caso es que surgió una discusión sin sentido por la falta de tolerancia que es “el pan” nuestro de cada día.

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