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FÁBULAS EN ALTA VOZ

Decisión tomada

A veces se nos hace tan difícil decir sí o no a algo que queremos ha­cer. Es extraño encontrarnos con personas que en un abrir y ce­rrar de ojos ya tienen un esque­ma hecho de algo que quieren en su vida. Eso es digno de elogiar. Hace un par de semanas, despertó mi admiración la acción de una bue­na amiga que en dos minutos dio curso a una idea que le pasó por la mente. “Marta, quie­ro esto…”. Me pidió la pusiera en contacto con alguien y, al instante ya tenía fecha para echar andar su plan.

… que la ventana sea bajita Me asombró ver cómo no permitió que nada se le impusiera para despojarla de su decisión tomada. Es de la gente que cuando dice que se va a tirar por una ventana hay que procu­rar que la ventana esté bien bajita. Esto se lo comenté y nos echamos a reír porque me dio la razón. ¿Está ella en lo correcto con una rá­pida actuación o es preciso buscar opinión y meditar más sobre lo que se quiere hacer? Ca­da quién tiene una respuesta distinta como diferente son los resultados. Por eso quise ir a una ciudad fabulosa a ver qué es lo que con­viene.

La efectividad Este fue el primer término que escuché al lle­gar al lugar fabuloso. La decisión tomada ten­drá efectividad a partir de la entrega, de que los procesos a agotar sean correctos, de que en el camino de la búsqueda no se dañe a nadie y, so­bre todo, de que estemos listos para recibir los resultados no importa que sean los esperados o los que no. Esa amiga se dejó llevar por este protocolo. ¿Qué hubo momento en que se arre­pintió de haber concretado su ‘brillante idea’? Claro que sí, pero fue paciente y a la fecha ha podido notar que valió la pena actuar rápida­mente.

Pensando en frío Cuando no se le da tantas vueltas a la cosa, y solo se tiene a Dios por delante, los resultados siempre serán los mejores. Ese es el pensar de mi querida amiga. Prefirió ahorrarse el dar ex­plicaciones a los demás y evitar que los más osados emitieran opiniones que le impidieran concretar su sueño. Otra decisión que tomó fue utilizar todas las energías en ir tras su objetivo y, como si viviera en una ciudad fabulosa, solo pensó: “Hay que vivir el aquí y el ahora. Tener fe en que todo saldrá bien y trabajar para que pa­se”. Confía y toma tu decisión.

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