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FOLCLOREANDO

Seamos más auténticos como dominicanos

Quiero que mañana inicie el 2021 con nuevas vibras, que trabajemos en nuestra identidad. Aunque este año que finaliza hoy no fue como esperábamos, no lo podemos catalogar de malo, porque nos ha dejado muchas enseñanzas, por lo que es mejor decir que fue diferente.

Este fue también un año de transformaciones, como siempre escribo cuando me refiero a lo cultural. Ahora fue por una pandemia, la cual desprogramó varias actividades presenciales, otras fueron virtuales y muchas se suspendieron.

Mi deseo a partir de mañana es que nos miremos hacia dentro para evaluar un tema que tengo que tratarlo ya, para que se corrija para bien de nuestra identidad.

Amo mi país, pero eso no quiere decir que cuando observe algo negativo me debo quedar callada; al contrario, debo expresarme con el objetivo de que lo tomen en cuenta.

¿Por qué en un ballet de proyección folklórica para hacer un montaje de un baile de origen hispánico utilizan vestimentas alusivas a la sevillana y el flamenco?

¿Por qué en nuestra gastronomía hablamos de “tapas”, canapés, montaditos y no de bocadillos?

¿A qué se le llama “la buena gastronomía”?

¿Por qué los dominicanos, que nunca han viajado a Estados Unidos le dicen “peanut butter” a la mantequilla de maní? Mientras estemos llamándoles a un bocadillo “tapa” estamos poniendo en juego nuestra identidad, subestimando lo que somos como país, con tantas riquezas culturales que poseemos.

En cuanto a las celebraciones de cumpleaños, no es que no contraten a un conjunto de mariachi, porque ellos tienen derecho a ganarse su dinero, es que también piensen en ese conjunto folklórico musical dominicano, que es el “perico ripia’o”, el originario, que está como la vaca de Nena, que en vez de dar leche da pena.

También ocurre con otras canciones de cumpleaños. No es que no cantemos la canción “Happy birthday” o “Tambor urbano”, de Venezuela, es que también entonemos “El regalo mejor”, de José Rafael Casado Soler.

Todo esto forma parte de la Marca País, dejémonos del “Complejo de Guacanagarix” y seamos más auténticos.

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