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VIAJE

Ciudad Colonial: Relatos, leyendas, ruinas…

Ruinas del Hospital San Nicolás de Bari, en la calle Hostos. FOTO ALEXIS RAMOS.

Ruinas del Hospital San Nicolás de Bari, en la calle Hostos. FOTO ALEXIS RAMOS.

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Carmenchu BrusíloffSanto Domingo, RD

Con la brisa de diciembre camino por la Ciudad Colonial, Imagino los tiempos de siglos atrás cuando sucedieron hechos que despiertan mi atención. Desde la calle El Conde doblo, con mi hijo Alexis, hacia la calle Hostos en la esquina donde funciona una sombrerería. En esta calle estuvo el Café de la Reina, visitado por los oficiales españoles durante la Anexión. Cuentan los relatos que en dicha casa Juan Rincón, quien había logrado huir de la justicia cuando asesinó a su primera mujer, mató al Padre Canales. Preguntado por el juez quién había asesinado al Padre Canales, respondía con una frase: “La justicia de Santo Domingo”. Es que, decía, si hubiese sido castigado (por su primer crimen), no hubiese dado muerte al Padre Canales.

Casas de presidentes Dispuesta a escribir este artículo para el Listín, y Alexis tomar la foto acompañante, pasamos junto a una casa (número 209, que destaca entre sobrias por la hermosa enredadera en su balcón. Al otro lado, en la esquina con Luperón, está la Casa de Italia, cuya entrada conserva parte del piso original. Dicen que durante la ocupación americana un preboste yanqui se golpeó contra una de sus rejas salientes, por lo cual se ordenó a los dueños retirarlas hacia atrás. En el siglo XIX vivió en ella el general Pedro Santana.

En la calle Luperón, dos casas coloniales de dos pisos (números 54 y 56, según la guía Santo Domingo, Llave de las Indias Occidentales) fueron respectivamente residencia de dos Jefes de Estado. La primera, del Presidente Ulises F. Espaillat. En la segunda vivió y murió el General Alejandro Woss y Gil, dos veces presidente de la República.

Ruinas de San Nicolás

De vuelta a la calle Hostos resaltan, casi en la esquina, las ruinas del Hospital San Nicolás de Bari, construido en el siglo XVI.

Era además iglesia “caliente”, porque podía amparar a quien, perseguido, conseguía refugiarse en ella. A su lado, la Iglesia de la Altagracia. De tan interesantes temas les contaré otro día.

Haciendo esquina en Hostos con Mercedes, al inicio de la cuesta donde las plantas decoran casas y aceras, está un local llamado Zero Empaque.

Venden frutas cristalizadas, jabones artesanales… y ¡escobas de guano!, difíciles de encontrar en supermercados. Compro dos, que Alexis lleva en las manos sin envolver. Es que la tienda no tiene fundas plásticas.

Se nos pasó comprar una de papel. Al seguir por la calle Mercedes descubrimos Antojao, frente al Hotel Francés, una tienda de dulces criollos de Nagua y Baní, y helados de Jarabacoa. ¡Un regalo para el paladar!

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