La Vida

AYUDA

Niña quiere vivir en una casa donde no se le mojen sus cuadernos

Scarlet María Yena, de nueve años y residente en Guayubín, le pide al presidente Luis Abinader que de regalo de Navidad ayude a su mamá a construir su vivienda.

Scarlet María Yena. CORTESÍA DE LA MADRE

Marta QuélizSanto Domingo, RD

Aunque no consta en acta, Scarlet María Yena es el nombre por el que todos la llaman. Tiene nueve años, no está declarada, es estudiante meritoria, y posee un deseo enorme de tener una casita segura donde no se le mojen sus cuadernos cuando llueve.

Es mucha la calamidad que rodea a esta estudiosa niña, pero ella ha decidido ser feliz. Para Scarlet el mundo gira a su favor, claro, siempre y cuando pueda tomar sus clases, obtener las mejores calificaciones y mantener en buen estado sus mascotas. En el año 2019 fue reconocida como estudiante meritoria, en la escuela Aurora Tavárez Belliard, en Guayubín, provincia Montecristi, donde reside junto a su madre.

No sabe cuán complejo es no tener un acta de nacimiento. A su corta edad, prefiere ocupar su mente en otras cosas. Una de ellas es seguir hacia delante para lograr convertirse en una “buena profesora para enseñar a leer y escribir a todos los niños que pueda”. También le gusta la moda y, los dibujos que hace lo dejan claro.

Por ahora su tormento no es que la declaren, es que el presidente Luis Abinader ayude a su madre Carolina Yena a construir una vivienda más digna para ellos no pasar tanto trabajo. La niña, pese a sus pocos años, reconoce que su mamá trabaja demasiado, pero no le alcanza lo que gana para construir una casa.

Carolina se gana la vida haciendo trabajos domésticos, y lo poco que consigue es para pagarle algo a una persona que le ayude para que Scarlet pueda tomar sus clases virtuales. “Yo trabajo para que ella estudie, es muy inteligente y, como yo no sé leer ni escribir, debo buscar a alguien que la ayude”. Con cierta timidez lo expresa la mujer que espera poder conseguir un futuro mejor para su niña. Tiene otro hijo que tiene 19 años, pero reside en la capital. Ahora mismo no está trabajando ni estudia.

Hasta ahora la pequeña de nueve años, quien confiesa le encanta estudiar, no dispone de las herramientas tecnológicas adecuadas para tomar sus clases. Lo hace en un celular que, apenas da para ella no perder las asignaciones diarias que ponen en la escuela pública.

Debe caminar seis kilómetros todos los días, tres para ir a la casa de la persona que le ayuda, que también es donde puede conectándose a Internet, y tres para el regreso a su deteriorada vivienda. Es decir, que Scarlet no puede tomar la docencia en su hogar como los demás niños porque no tiene wifi ni las condiciones para ello.

Llueve adentro y escampa afuera

En la casa de Scarlet, la situación es bien difícil. Apenas se consigue para comer y para los estudios de la niña. Muchas son las veces en las que cuando llueve, deben amanecer despiertas por temor a que se les caiga el techo encima. “La niña de una vez recoge sus cuadernos, los pone en una mochila y ahí los tapamos con algo plástico para que no se le mojen”, dice Carolina, quien no deja de pedirle a Dios que le dé la oportunidad de conseguir cómo construir su casita.

Al menos el terreno donde está la vivienda de la niña, es propio. Alguien les dio ese gran empuje. Como pudo, la madre fue armándola con tablas podridas y zinc en malas condiciones hasta conseguir tener una “casa”. Ambas esperan una mano amiga para poder tener un mejor estilo de vida. Para ayudar, puede llamar al celular 829-269-3671.

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