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No desmayemos, y clamemos a su infinita misericordia

Montserrat Bogaert

Montserrat Bogaert

Padre, si es tu voluntad, apar­ta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tu­ya. Entonces se le apareció un ángel del cielo, fortaleciéndo­le. Lucas 22: 42-43

La palabra de Dios nos dice que Él no aparta Sus ojos de la tierra. Es decir, que Él está en conocimien­to de todo lo que pasamos. Lo más importante es que no se duerme ni se aparta de nuestro lado. Él conoce cada situación que estamos viviendo, las cuales se hacen insostenibles en nuestra al­ma, y nos llevan al punto de desfallecer.

Tal como lo experimen­tó Cristo en el Getsemaní, cuando era tan fuerte lo que sentía que clamó al Padre y Le dijo “Si puedes, pasa de mí esta copa”. Pero qué ben­dición que en el momento más difícil se le apareció el ángel del Señor, el cual vino a fortalecerlo, para que na­da pudiera destruir el pro­pósito a causa del cual fue enviado y recibiera la fuerza necesaria para levantarse.

No desmayemos, y cla­memos a Su infinita miseri­cordia, para que Él extienda Sus brazos desde el Cielo y nos dé fuerza en medio del torbellino que quiere des­truirnos. Sigamos siem­pre el ejemplo de Jesús. Si Él pudo, nosotros también, porque mayor es el que está con nosotros que el que está en el mundo.

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