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COSAS DE DIOS

A tiempo

Iba a morir en dos semanas. Estaba en silla de ruedas, con respiración asistida. Le dirigió al doctor una mirada de asombro, de terror. Él preguntó por qué ella no se había sometido al estudio que le había indicado un año atrás. Respondí en su lugar. La paciente se había negado porque, para el estudio, debía meterse en un espacio cerrado, y sufría de claustrofobia. También, la verdad sea dicha, porque otra doctora le dijo que el asunto no era tan urgente, que podía atender a otras priorida­des, como operarse la vista, por ejemplo. El día en que ya no hubo nada que hacer, entendimos que el tiempo es el mejor amigo del cáncer y, también, su peor ene­migo. En el caso al que acabo de referirme, actuó co­mo su aliado. Pero, ahora, les voy a hablar de otro ca­so en que el tiempo jugó en contra de la enfermedad y a favor de la paciente.

Otra historia Jeannette Salcé es la sobrina de una prestigiosa oncó­loga, la doctora Elsa Núñez, no obstante, cuando, en septiembre del 2008, descubrió una bolita en su seno izquierdo se alarmó menos que su esposo, que viene de una familia con antecedentes de cáncer, él le dijo que fuera al médico de inmediato. Jeannette cuenta que no le dio mucha importancia hasta que, por la in­sistencia de su pareja, se decidió a chequearse.

Un aguacero Estaba tan poco convencida que, al llegar a la clíni­ca, en medio de un aguacero, no encontró estaciona­miento, y se devolvió. Pero tuvo la cordura de llamar a su tía, quien la chequeó y la remitió, al día siguiente, al Oncológico. Cinco días de estudio confirmaron que padecía cáncer, una enfermedad a la que Jeannette no le prestó atención hasta que le tocó a ella.

Diagnóstico Dice que, al escuchar el diagnóstico, pensó fue en sus tres hijos. Su médico, el doctor Pedro Báez, la alentó sobre sus expectativas de vida. Estaba a tiempo. La so­metieron a una cirugía para extirparle la cuarta parte del seno, luego vino la quimio y la radioterapia. Re­conoce que la quimio fue un trago amargo. Durante el proceso se le cayó el pelo, para su alivio, su espo­so terminó de quitarlo todo, con una máquina, lo que agradeció porque la caída le resultaba dolorosa. Ella, también, estuvo dispuesta, de ser necesario, a elimi­nar todo el seno, como a muchas otras mujeres, esta enfermedad, le mostró que su salud estaba por enci­ma de cualquier vanidad femenina.

Testimonio Apoyada por su familia, en especial, su esposo, su ma­dre y su tía, Jeannette, terminó el tratamiento y escu­chó la feliz noticia: está libre de cáncer. Ocurrió hace doce años y continúa así. Ahora, testimonia que su fe en Dios, su familia y un diagnostico a tiempo fueron vitales para vencer al cáncer. Su padre, quien también padeció la enfermedad, no tuvo la misma suerte, co­mo la paciente, que por temor a un estudio pospuso su evaluación hasta que ya fue demasiado tarde, él tampoco tuvo un diagnóstico a tiempo. Ellos ahora no están. Jeannette sí y alza su voz para alertar que el cáncer a tiempo se cura.

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