La fórmula

Emma anda de mal genio desde que se enteró de que van a prolongar el encierro. Ella no comprende cómo el virus se puede contagiar de noche y no de día.

En realidad, lo que afirma mi sabia cocinera es muy sensato, ¿de qué sirve encerrar a la gente en la noche, si durante el día, se mezclan y entremezclan, por doquier? Lo lógico sería un confinamiento las veinticuatro horas del día por una semana. Esto es lo que predica mi morena cocinera a todo el que la quiera oír. Ella afirma que así el virus no tendría para dónde coger y se moriría solito.

Ojalá fuera verdad lo que afirma Emma, porque valdría la pena sacrificar una semana de la vida nacional, con un confinamiento total. Si no resultara, bueno… ya hemos perdido tanto tiempo que perder una semana no sería una tragedia. De todos modos, dudo mucho que el Gobierno acepte esta fórmula, por más que insista Emma y ponga el grito en el cielo.

Esta mañana extendió su radio de acción, llamando a un programa de esos interactivos que animan la mañana, en la radio nacional. Propuso su fórmula salvadora para que todos los radioescuchas se enteraran y opinaran. Lo divertido fue que muchísimos la apoyaron; esto, naturalmente, la llenó de satisfacción.

Yo le acabo de sugerir que su siguiente paso es dirigirse a algún miembro del Congreso para que proponga su sugerencia en la Cámara. La idea le ha parecido estupenda, sobre todo cuando le dije que solo tenía que hacérselo saber al diputado de su distrito. Me estoy arrepintiendo ya, conociendo a mi intrépida cocinera.