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COSAS DE DIOS

Juliana frente al monstruo

Les dije a mis hijos: es de las pocas veces que me he sentido orgullosa al escuchar la intervención de un legislador en nues­tra Cámara de Diputados. El debate pa­recía, de hecho, en otro país. Aunque su­cedió hace una semana, me impactó tanto, que no quise dejarlo pasar. Me emocioné cuando Yselmary Brito, la merenguera Juliana, expuso, de la manera más convincente, las razones por las que el Instituto Nacional del Cáncer Rosa Emilia Tavárez (Incart) no debe ser privatizado ni entregado a un patronato.

Un viacrucis Juliana, tres veces sobreviviente de cáncer, describió un viacrucis que muchas familias hemos atravesado y segui­mos atravesando. Ese monstruo, como le llama, con ra­zón, al cáncer, se llevó a mi papá, a mi mamá y, ahora, lu­cha contra él una persona querida. Veamos, en cifras, al cáncer. Un estudio diagnóstico: 90 mil pesos; una cirugía: medio millón de pesos; quimioterapia y radioterapia: 600 y 400 mil pesos. Parches calmantes: 24 mil pesos.

Lágrimas Juliana decía, ante sus compañeros diputados, que el Incart es el único hospital público aquí, donde cual­quier ciudadano, que padece cáncer, llega sin seguro y le atiende un personal médico de manera digna. Explicó que privatizar este centro, o entregarlo a un patronato, sería condenar a morir a esas personas. Con la voz en­trecortada, esta joven dijo que le parece inconcebible, inaceptable y desmoralizante que se esté siquiera con­siderando la posibilidad de privatizar el Incart en perjui­cio de los ciudadanos de escasos recursos que deman­dan atención para sus problemas de cáncer, sobre todo, en estos momentos en que atravesamos por una crisis de salud nunca antes vista a nivel mundial.

Inhumano “Esto es inhumano, señores. Yo soy sobreviviente de cáncer, en tres ocasiones, y muy aparte de las conse­cuencias físicas y emocionales que eso le causa a una familia dominicana, están las consecuencias de no poder acceder a unos tratamientos que son súper cos­tosos. ¿Cómo se le dice a una persona que gana un sueldo mínimo, que ha perdido su trabajo o que, aho­ra mismo, está dependiendo de un programa de ayu­da del gobierno, que tiene que buscar cien mil o dos­cientos mil pesos, cada 21 días, para poder darse una quimioterapia, para salvar su vida?

Preguntas Y Juliana preguntó ¿Qué estamos pensando? ¿Qué nos está pasando? Mientras, frente a ella, cruzaban legisla­dores, en lugar de escuchar su excelente intervención, continuó diciéndoles que tenemos que cuestionarnos. “¿Dónde está la humanidad?, ¿dónde está la solidari­dad?, ¿dónde está la empatía? Es posible que aquí haya sobrevivientes de cáncer y gente que ahora mismo ten­ga cáncer y no lo sepa. También, todos conocemos a al­guien que lo ha padecido y todos hemos perdido un ser querido, por ese monstruo. Y hay veces que tenemos la posibilidad económica de poder luchar contra él y no lo logramos”. Así es, digo yo, doy fe de ello. Bueno, si ha­bía una intención de privatizar el Incart, la voz de la di­putada Brito logró desactivarla. Aplaudo, de pie, su va­lor, es la cuarta vez que vence al monstruo.

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