Agatha Christie: La maestra de las novelas de misterio
La reina del misterio publicó un artículo en 1972 en ABC «en rigurosa exclusiva nacional» en el que relató las tribulaciones de una escritora de novelas policíacas.
Realmente “es” divertido escribir historias de detectives, aunque supone un esfuerzo considerable», confesaba Agatha Christie en las páginas de este periódico en «rigurosa exclusiva nacional» el 19 de marzo de 1972. La famosísima dama del misterio, de cuyo nacimiento se cumplieron 130 años , relató en ese artículo las tribulaciones de una escritora en acción: cómo imaginaba a sus personajes, cuál era el escenario ideal de sus tramas o de qué forma introducía al villano en la intriga. En resumen, algo de ese secreto del divertido arte de escribir novelas policíacas.
«Se puede elegir entre varios tipos de relatos: está el puro y simple rompecabezas, o el relato ligero de intriga, que podría quedar igual de bien sin detective, o bien el que depende de un lugar y su ambiente y de las reacciones del detective ante ambos», continuaba la autora de «Asesinato en el Orient Express» o «Diez negritos».
«Por lo general, lo primero que se hace es trazar un esquema básico: “Este va a ser un falso y un traidor”. Se empieza con el propósito de confundir y luego se trabaja hacia atrás. Yo siempre empiezo con un bosquejo bastante completo, aunque, desde luego, puedo introducir pequeños cambios según voy escribiendo. Hay que ser siempre un “poco consciente” en lo que respecta a la primera aparición del asesino. Nunca deberá entrar demasiado tarde: eso resta interés al lector. Y hay que tratar el desenlace con el más exquisito cuidado. Cuanto más próximo al fin se produzca, mejor. Esto tiene aún mayor importancia en las obras teatrales, donde un anticlímax puede echarlo todo a rodar. Y mi “malo” tiene que ser alguien de quien yo sepa que “puede” matar. O sea, alguien cuya naturaleza no se lo impida.
La gente cree que siempre hay una persona que sirve de punto de partida, pero no es cierto. A veces son extraños con los que jamás hemos cruzado una palabra quienes nos sugieren un personaje: vemos a alguien en una excursión y empezamos a tejer historias en torno suyo, como los niños.
Me preocupaba hallar un detective para mi primer libro, pero por entonces, a principios de la guerra, había por aquí muchos refugiados belgas. Así que pensé que sería una buena idea, aunque la verdad es que nunca llegué a trata a ninguno. Desde luego la señorita Marple es muy parecida a cualquiera de nuestras tías o abuelas.
Mis primeros libros fueron todos muy convencionales, innecesariamente complicados, llenos de pistas y de historias secundarias. Salían policías estúpidos, y creí que debería haber un detective y un Watson. Luego me cansé del capitán Hastings, el Watson de Poirot. Pronto le desterré a la Argentina, aunque creo que volvió en una ocasión... Cuando releo aquellas primeras obras, me asombra el número de sirvientes que deambulan de aquí para allá. Y, en realidad, nadie hace nada; todo el mundo está siempre tomando el té en el jardín, como en E.F. Benson. Me hace sentir una gran nostalgia del pasado.
Pero hay una cosa que me pone furiosa, y es cuando el público se queja de que siempre ambiento mis libros en casas de campo. “Hay” que preocuparse por la casa: es donde está la gente. Puede ser un hotel, un tren, un bar..., pero tiene que ser un lugar donde se reúnen las personas. Y pienso que tiene que ser un fondo fácilmente reconocible, puesto que las explicaciones son fastidiosas. Si situamos un relato de detectives en un laboratorio, por ejemplo, lo más probable es que a los lectores no les guste demasiado. No; evidentemente, una casa de campo es lo más adecuado.
Nunca hablo de mi trabajo hasta que está acabado: creo que en el momento en que hablamos de una cosa empezamos a sentirnos insatisfechos de ella. Más adelante es posible que se lo enseñe a un par de personas, y hasta que me deje aconsejar. No puedo consultar con mi hija muy a menudo. ¡Siempre adivina! Es tan fácil abandonar... ¡cualquier excusa, antes que escribir! Creo que este año me estoy retrasando, pero espero que al fin lo haré», concluyó.
Hasta unos años atrás, Agatha Christie escribía un par de novelas al año, pero ya por entonces esta infatigable autora nacida en Torquay en 1890 se limitaba a una sola. Solía redactarlas a máquina, intercalando correcciones, y si se sentía muy cansada las dictaba a su secretaria. Ideas no le faltaban. «Me vienen a la imaginación a borbotones mientras cuido las rosas. Siempre llevo conmigo un cuaderno y tomo notas antes de que pueda olvidarme. De esta forma, los delitos más horribles nacen entre rosales», decía.
Su última aparición en público fue en 1974, con motivo del estreno de la película basada en su libro «Asesinato en el Orient Express». La dama victoriana del crimen, que contaba entre sus 300 millones de lectores con la Reina de Inglaterra, falleció el 12 de enero de 1976 a los 85 años, dejando tras de sí más de un centenar de novelas y obras de teatro.
Algunas novelas 1)El asesinato de Roger Ackroyd (1926) Hercule Poirot se ha retirado a la aldea de King’s Abbot para cultivar calabacines, pero cuando el rico Roger Ackroyd es encontrado apuñalado en su estudio, acepta investigar el caso. Un misterio de asesinato típico de la aldea; o eso parece hasta el último capítulo con su deslumbrante revelación. Este título aún sería alabado hoy día incluso si Agatha Christie nunca hubiera escrito otro libro. Un éxito ineludible, y aún controvertido, de la ficción detectivesca.
2) Asesinato en el Orient Express (1934) El lujoso Orient Express se detiene durante la noche, bloqueado por la ventisca. A la mañana siguiente, el misterioso Sr. Ratchett es encontrado apuñalado en su compartimento y la nieve -en la que no se muestran pisadas- muestra que el asesino aún está a bordo. Esta época de viajes en tren ofrece al conocido detective Hercule Poirot un elenco internacional de sospechosos y uno de sus mayores desafíos. Tiene uno de los mejores finales sorpresa en el género.
3) La Ratonera (1952) Es posiblemente la obra más famosa de Agatha Christie. Se trata de una obra que adapta una de sus novelas, “Los tres ratones ciegos”, en la que encontramos su habilidad para la intriga gracias a una serie de personajes que aparecen como sospechosos de haber cometido un crimen, y el policía que intenta descubrirlo. ¿Sabías que es la obra que más veces se ha representado ininterrumpidamente en la historia del teatro desde su estreno en los años 50? Lleva en cartel desde 1952 y cada año parece más viva en los teatros.
4) Diez negritos (1939) Diez personas son invitadas a una isla durante el fin de semana. Aunque todos albergan un secreto, permanecen confiados hasta que comienzan a morir, uno por uno, hasta que finalmente no queda nadie. El pánico se produce cuando el grupo se da cuenta de que uno de ellos es el asesino. Una combinación perfecta de thriller e historia de detectives. Representa un gran logro técnico de Christie.
5) Cinco cerditos (1943) Hace dieciséis años, Caroline Crale murió en prisión mientras cumplía una sentencia de cadena perpetua por envenenar a su esposo. Su hija le pide al detective Hércules Poirot que investigue un posible error judicial y se acerca a los otros cinco sospechosos. Esta novela sublime es una historia de detectives sutil e ingeniosa, una historia de amor elegíaca y un ejemplo magistral de la técnica de narración de cuentos, con cinco relatos separados de un evento devastador. El mayor logro de Christie.
6) El caso de los anónimos (1942) Jerry Burton es un ex piloto que sufrió un accidente. Ha sido gravemente herido y está convaleciente en el pueblo de Lymstock con su hermana Joanna. Ambos son muy urbanos. Tan pronto como se acomodan, Jerry recibe una carta desagradable. También lo hace Joanna. Pero no solo ellos. Todo el pueblo comienza a recibir anónimos. La Sra. Symmington es encontrada muerta por una sobredosis. El misterio se acrecienta cuando una criada en la casa de Symmington es encontrada asesinada. La esposa del vicario llama a un experto, a saber, la señorita Marple Se trata de una novela absorbente y compleja, y es casi seguro que no adivinarás quién es el verdadero asesino hasta el final. Hay giros inesperados, pero todos los extremos están bien hilados antes de que termine el libro.
7) Muerte en el Nilo
Muerte en el Nilo es otro misterio de Agatha Christie en un lugar exótico donde el culpable no tiene mucho espacio para escapar. Linnet Ridgeway lo tiene todo: una cantidad obscena de dinero y belleza radiante. Como alguien en el pueblo dice, no es justo que tenga tanto dinero como belleza. ¡Debería haber sido fea! Linnet rompe el código de chicas cuando arrebata su novio Simon Doyle a su amiga Jackie, que está sin un centavo. Hercule Poirot se encuentra con Simon y Linnet cuando están en su luna de miel en Egipto. Los Doyle se topan con Jackie, de forma aparentemente accidental. Cuando Poirot se entera de que Jackie ha estado acechando a Linnet y a su marido, él le implora que los deje en paz.
Linnet es encontrada muerta y hay muchas pistas que apuntan a Jackie como la asesina. ¿Es realmente la culpable?
Muerte en el Nilo es uno de los casos más interesantes de Poirot, y una lectura obligada para sus seguidores.
(Por Sara Romero, Diario Digital muyinteresante.com)