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FÁBULAS EN ALTA VOZ

No hay corbata para amarrar el Covid

En anteriores fábulas hemos tratado el tema de cómo el coronavirus ha trastornado la apariencia femenina. Tiró por la borda el pintalabios y encerró bajo siete llaves los tacones. ¿Pero y qué me dicen del traje masculino? La comodidad y el estilo ligero que impone la realidad le han quitado el “flú” a los hombres que andaban ataviados con saco y corbata.

Jean y tenis Hoy la historia es otra. He sido testigo de ver cómo algunos hombres han puesto descansar sus elegantes trajes, ya sea porque trabajan de forma remota, porque las reuniones de trabajo han mermado o porque si van a la oficina ya solo son dos o tres los compañeros los que estarán ahí para observar su vestimenta. Porque aunque no lo creamos, ese toque de vanidad que los hombres amarran a su cuello con una hermosa corbata, tiene mucho que ver con llamar la atención de los demás. Ahora, como no muchos pueden apreciarlo, unos jeans y, hasta unos tenis pueden hacer el trabajo.

Comodidad para enfrentar el virus Uno de mis amigos me confesó que aunque le hace falta su traje, ha tenido que acostumbrarse a ir lo más ligero posible a su trabajo. Su posivión la fundamenta en el hecho de que ahora hay que lavar tanto la ropa, y los trajes no quiere nada con eso de que lo entren a una lavadora. Así que él prefiere utilizar pantalón y camisas, a veces formales, otras más cacual, para hacer frente a la situación creada por la pandemia. Lo cierto es que, en lo que el hacha va y viene, algunos hombres apegados a su formalidad, aguardan por reencontrarse con su “alter ego”: el traje.

Hoy es a lo inverso De verdad que aunque se sientan cómodos con un traje a la medida de la covidianidad, extraño ver a esos hombres bien puestos y haciendo gala de una imagen impecable, la que llevan atada al cuello cual si fueran galanes de cine. Por eso, y para que no pierdan la costumbre, los llevaré a una ciudad fabulosa y allí los dejaré para que puedan ponerse un “flú” a la medida de sus miedos, con la calidez de la seguridad que ansían, con el estilo de la vida que antes vivía, y sobre todo, con la fe que ha de vestirlos de la paciencia que se debe tener para volver a una realidad que quizás no sea igual a la anterior, pero sí tan fabulosa como para disponer de una corbata que le eche un nudo mortal al Covid-19.

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