Pandemia: Infantes en confinamiento sufren regresiones

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Maritza Morillo SueroSanto Domingo, RD

La llegada del coronavirus ha trastornado el estilo de vida de la humani­dad. Desde finales del año 2019 hasta la fecha el mie­do se ha convertido en el compañero más cercano de las personas a tal punto que hasta en el sueño se siente su presencia.

A esta realidad no esca­pan los más pequeños de la casa, pues estos han sido de los más vulnerables ante la difícil situación que aún no tiene respuesta.

Existen casos de algu­nos que con problemas su­perados han vuelto hacia tras por la presión a la que se sienten sometidos debido al encierro de la cuarentena impuesta para evitar el con­tagio del Covid-19.

Por ejemplo, está el caso de una niña de 6 años que sufría de enuresis nocturna que es hacerse pipí en la ca­ma, y luego de dos años de haberlo superado a su ma­dre le preocupa que tiene alrededor de tres meses que retrocedió al problema, al­go que se lo atribuye al con­finamiento.

“Ya mi niña, que tiene seis años, había dejado de usar pañales desechables y en todo este tiempo ha vuelto atrás. He consulta­do con psicólogos y todo ha sido inútil. Hay noches que debo levantarme hasta dos veces porque se orina en la cama”, cuenta una madre atribulada y que no ve la hora de que esta pesadilla tenga fin.

La historia de esta niña va más allá de hacerse pipí en la cama. Una vez le pasa rompe en llanto y va donde la madre en busca de auxi­lio. “Afortunadamente, yo soy una persona con mucha paciencia y sé que la única forma de ayudarla es com­prendiéndola, pero sé de casos en los que los padres, tal vez por la misma situa­ción de esta realidad que vi­vimos, le gritan a sus niños y eso les puede generar una situación más difícil”, co­menta.

Voz experta

El pediatra Félix Manuel Rancaño explica que exis­ten dos tipos de enuresis nocturna en los niños, que son primaria y secundaria. En la primera, ellos nun­ca han tenido el control de la situación, mientras que en la segunda sí, pero lue­go de un período de tenerlo por alguna razón se vuelve a perder.

Según sus palabras esta última puede ocurrir por al­guna afección orgánica co­mo por ejemplo infección de las vías urinarias o diabe­tes, o por una situación es­tresante que esté pasando a su alrededor como es el ca­so del coronavirus, un tema que ha tocado la vida de to­dos, sin excepción.

Sobre el caso de la niña de seis años, el especialista, quien trabaja en la clínica Gómez Patiño, dice que es­ta es una enuresis nocturna secundaria probablemen­te causada por el pánico que se vive por la pandemia que azota al mundo, por lo que recomienda visitar su pediatra a fin de descartar cualquier patología que le pudiera estar afectando.

La psicóloga clínica, Vir­ginia Pérez Pimentel en­tiende que en este tiem­po de encierro obligatorio que se vive, los niños son los más afectados y mu­chos de ellos lo reflejan en diferentes tipos de conduc­tas, como es la regresividad a situaciones que ya habían superado.

Dice que un estado de es­trés no solo lleva a un pe­queño a volver a la enuresis nocturna mientras duerme, sino también a otras accio­nes como tomar el biberón después de haberlo abando­nado, regresar a la hiperac­tividad, trastornos del sue­ño, el miedo a dormir solos y a la oscuridad. Volver a te­ner miedo a los truenos, a enojarse, recurrir al chanta­je emocional y al apego ex­cesivo para con los padres.

“Estas regresiones afloran cuando existe un alto nivel de ansiedad que experimen­tan los niños al estar confi­nados y fuera de sus activi­dades cotidianas, como son el colegio, juegos con sus amigos, salidas y diversio­nes,” explica la experta.

Según Pérez Pimentel es­tos cambios surgen cuando de un momento a otro su vida da un giro de 360 gra­dos, crisis que emerge en to­dos los seres humanos al ser sometidos a cambios signifi­cativos en su diario vivir. El encierro, la falta de libertad, la impotencia de no poder socializar con sus amigui­tos, no visitar a familiares y el no poder ir al colegio pueden ser factores que in­cidan en la regresión de eta­pas de superadas.

El rol adultos

La profesional de la con­ducta recomienda mante­ner una comunicación de doble vía, en la que los ni­ños expresen sus inquietu­des y temores. Racionalizar con ellos y explicarle en un lenguaje llano la situación y de porqué debemos cui­darnos. También pidió a los padres involucrarse más en sus actividades, jugar jun­tos, formar rompecabezas y leer, comprometerlos en las cosas de la casa, asignarles deberes e implementar ho­rarios fijos para levantarse, comer, realizar sus activida­des escolares y dormir.

CLAVES

Posibles soluciones

Para erradicar el problema, la psicóloga sugiere mantener a los niños en sintonía con la familia, en reuniones virtuales y cumpleaños para mantener así los afectos y apego a las costumbres. En el caso de que algún familiar sea hospitalizado o aislado por la enfermedad en la misma casa, explicarles qué sucede.

Por último, recomienda a los adultos a mantenerse vigilantes de sus hijos para así poder identificar a tiempo cualquier cambio en su conducta, en caso de ser así buscar orientación profesional.

“Si manifestamos confianza, afecto, apoyo y amor a nuestros niños, estamos dando el primer paso para a su estabilidad emocional en momentos difíciles como los que estamos viviendo’, concluyó Pérez Pimentel con más de 20 años en el Hospital de Andrés Boca Chica.

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