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DEVOCIONAL

No permitamos más que el pasado nos impida

Al primogénito José le pu­so el nombre de Manasés (Hace olvidar), porque di­jo: “Dios me ha hecho olvi­dar todo mi trabajo y toda la casa de mi padre.” Géne­sis 41: 51

¡Qué difícil se nos hace perseverar! Por eso pocos alcanzan el éxito; esto es al­canzar la meta y mantener­la para siempre. Vivimos sin saber qué queremos y ha­cia dónde vamos. Por ende, no tenemos un objetivo de­finido ni una estrategia pa­ra alcanzarlo, y siempre es­tamos emprendiendo cosas nuevas pero nunca llega­mos a su final.

Cuando no tenemos me­tas claras cualquier proble­ma nos desenfoca y per­demos el interés de lo que estábamos haciendo; por­que las decisiones que to­mamos son circunstancia­les, no definitivas. Jesús tomó una decisión de ir a la cruz; esa era Su meta, y na­da lo desenfocó porque es­taba seguro de lo que que­ría así como de lo que tenía que hacer.

Esta condición es un re­flejo de nuestra alma, la cual muestra la inestabi­lidad emocional en que está. Cuando esto nos suceda debemos pres­tarle atención y buscar los motivos que origina­ron esta situación en no­sotros. Muchos de ellos son hogares desechos, maltratos, falta de amor, que sucedieron en nues­tra niñez y están escondi­dos en el alma sin haber sanado.

Si nuestro comporta­miento es inestable, bus­quemos la ayuda del Se­ñor para que nos liberte de todo pasado triste y oscuro el cual no nos per­mite crecer firmes y segu­ros. Adueñémonos de Su promesa, la cual nos di­ce que Él vino a sanar los corazones heridos, y no permitamos más que el pasado nos impida alcan­zar la meta.

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