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Educación telepresencial, presencial y bipresencial

En 2016, los profesores de Santo Domingo ya no viajaban en verano a los 19 centros. El 27 de julio, en UASD-Bonao, la presencia de los estudiantes de diferentes provincias mostraba cansancio después de largo viaje.

Desde entonces, para evitar riesgos y costos a estudiantes, abandoné la enseñanza tradicional, incorporé la formación telepresencial y prioricé el factor humano en mi docencia. Así transformé la sala de clases en bipresencial: presencia física y telepresencia virtual.

Es fácil: Observando adelante la laptop, interactúo con los estudiantes presentes telepresecialmente, y observando por encima de la laptop, interactúo con los de Bonao, presentes físicamente.

También es fácil para los estudiantes: Observando adelante encima de mi cabeza, interactúan con sus compañeros telepresentes proyectados sobre la pared.

Sólo mirar adelante y estamos todos juntos.

Esta sala de clases bipresencial podría ser opción ideal en desescalada COVID-19: Mitad de alumnos en formación telepresencial, proyectados y participando.

Si surge el COVI-19 pasamos todos a formación telepresencial virtual y si crean la vacuna se retorna a presencia física, en mi caso a bipresencia.

La sala de clases bipresencial garantiza flexibilidad, estabilidad y continuidad a esa familia llamada sala de clases.

Francia, España, Argentina, entre otros países, apuestan a la formación telepresencial, priorizando el factor humano, para aprendizaje y fraternidad de estudiantes, profesores y personal de apoyo.

República Dominicana ha estado delante en América Latina en Tecnología de Información y Comunicación (TIC). Servicios cómodos de internet; alumnos de escuelas y mayoría de estudiantes universitarios con tabletas, laptops o celulares inteligentes.

Es prioritario continuar incrementando programas sociales desde el gobierno; personas e instituciones benéficas, a favor de centros de estudios excluidos y decenas de miles de universitarios de la UASD y algunas privadas, quiénes no pueden asistir a su formación telepresencial virtual.

De mi parte, inicié en 1995 con mis alumnos en presencia, seguí en 1996 con ellos en bipresencia, y desde el 2019, El COVID-19 nos obligó a la telepresencia.

Concluí puntualmente, igual que los 47 semestres anteriores, siempre juntos, pero comparto con mis estudiantes la tristeza de la minoría que no pudo estar telepresente online.

Autor: Rafael Ángel Montero Gómez, catedrático de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

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