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FOLCLOREANDO

Actitud y espontaneidad

Ayer se cumplieron dos años del famo­so video viral que grabé en Estados Unidos. Recuerdo que habían pasa­do cuatro días del asesinato que con­movió a Nueva York, por la muerte de Lesandro Guzmán Féliz, conocido por Junior, un jo­vencito de 15 años. Había escuchado la noticia, hu­bo conmoción generalizada, esa tristeza que invade el alma de impotencia. Solo se hablaba de Junior por todos los lados.

Pasadía inolvidable Ese 24 de junio, mi yerno Edward Bello me iría a buscar a New Jersey para llevarme al Bronx a ca­sa de una sobrina en la que me quedaría un par de días. Estaba haciendo un sancocho para compartir con mi hija y mis dos yernos, me sentía más tran­quila, me había tomado las últimas dos cervezas pe­queñas Presidente y no me quedó más remedio que hacerle caso a una Corona.

¡Grábame! ¡Grábame! Le dije a Noelia que me pusiera una música y nunca pensé que la música que me pondría fuera un dem­bow, el cual había escuchado por primera vez y lue­go un merengue. Le dije a mi yerno Edward ¡Grába­me! ¡Grábame! En un Facebook en vivo y ese video no se paró. Después que nos comimos el sancocho Edward me llevó adonde mi sobrina Niurkidia y ni siquiera pude compartir con ella por las llamadas, grabando entrevistas, felicitaciones, etcétera, en las calles y en los taxis me reconocían, en fin fue un ata­reo grande, después de 50 años en el folklore hacer­me famosa por un videíto bailando urbano y típico.

Todos me conocían Lo único que puedo decirles es que en esos días de dolor por la muerte de Junior me convertí en un ali­ciente, en un bálsamo de todo Estados Unidos, prin­cipalmente del Bronx, porque lo sentí en mi interior y pude vivirlo en la gente que transitaban por las ca­lles, que estando triste reflejaban un respiro, un re­ceso por la situación vivida cuatro días antes.

Millones de reproducciones, no de cuartos Siempre recordaré ese Día de San Juan a las 5:30 de la tarde de 2018. Todavía me reenvían ese vídeo que recorre el mundo con más de 500 millones de reproducciones. Y se asombran cuando me ven en el Metro de Santo Domingo, porque creen que soy millonaria y le contesto que ese no fue el propósito, que fue la actitud y la espontaneidad que se apode­raron de mí y qué más satisfacción que esa, si toda­vía lo estoy gozando.

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